Gastronomía

Johannesburgo (República de Sudáfrica)

Tiempo de asado

17/11/2015

Este año el buen tiempo tardó en llegar a Buenos Aires. Parecía que no se iba a marchar nunca ese frío, tan porteño, que se te mete en los huesos por culpa de la humedad. Y de pronto vinieron unos días de lluvia, dos días de primavera y, más por sorpresa aún, con más de un mes de antelación, a Buenos Aires se le ha venido ya el verano encima.

Bien es cierto que a un verdadero argentino no le quitaba el asado el mal tiempo. Ni el frío, ni la lluvia, ni todas las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) contra la carne roja tienen la más mínima posibilidad frente a la tradición de la parrilla. Pero con la llegada de las buenas temperaturas, Buenos Aires huele más a vacío, cuadril, bondiola, tira de asado, chinchulín, chorizo, morcilla y matambre que nunca…

Si no has pasado por Argentina, probablemente la mitad de esos nombres te suenan a chino porque en el “país de la carne” la vaca y el cerdo se cortan de manera diferente. Lo más parecido a un filete que te vas a encontrar es una “suprema” (un filete normalmente destinado a hacer milanesas) o un bife. Si vienes pensando en comerte un solomillo, olvídate, pero ten por seguro que no te arrepentirás si pides un bife de chorizo (que nada tiene que ver con nuestro chorizo español) o un ojo de bife.

En esta orilla, todo buen edificio que se precie tiene, de hecho, una parrilla en la azotea. Sean casas unifamiliares o rascacielos de 20 plantas, es probable que si te mudas a Argentina te encuentres con este lugar de culto en alguna zona común. La parrilla argentina está lejos de tener el aspecto de una barbacoa: es casi una especie de casetita, con una reja horizontal que se levanta con una polea, para poder regular la intensidad del calor que le llega a la carne desde el carbón, colocado en la parte inferior. Y no tiene más misterios: ni adobos, ni rituales mágicos, solo la técnica del asador y la calidad de la carne que ha hecho famoso (entre otras cosas) al país suramericano. Las hay también en bares, en clubs, hostales… pero el mejor asado es el que se disfruta en casa, con amigos y familia. Por eso ahora, los domingos argentinos huelen más a asado que nunca, incluso en las calles de la gran ciudad.

Foto: Wikipedia.

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