Un momento...
13/06/2014
Decían los antiguos griegos -lo que no dijeran los antiguos griegos - que en tiempos de paz, la guerra era el deporte. Y cada cuatro años, la llegada del veranito trae consigo al evento deportivo más importante del planeta: la copa del mundo de fútbol. No os quepa la menor duda, dará mucha guerra.
No sabemos la temperatura allá donde lo veáis, pero sabemos que es imposible ser ajeno a un encuentro así. Se acerca el verano y ya se van dando las condiciones ideales para asomarse a la calle, tomarse algo y ¡plaf! En la tele, el mundial de fútbol de Brasil. Y cabe la probabilidad de que estéis en los países contra cuyas selecciones nos enfrentaremos en la fase de grupos, o acompañados por sus seguidores. El fair play, el respeto y recordar que es solo un juego. No hay que olvidarlo, pero resulta que todos nos picamos y queremos picar al contrario. Y hay que prepararse, hay que tener con que picar.
Primer asalto, viernes 13, Holanda, conocidos como la naranja mecánica ¿Hace falta decir lo que les va a molestar? Les ganamos otro partido y no fue uno cualquiera, sino la final del último mundial, que nos dejó campeones y a ellos finalistas. Por si el deporte no fuera suficiente, quizá se pueda sacar a la luz una pequeña lección de historia. No es difícil recordar que desde 1516 y hasta 1648, los países bajos forman parte del Imperio Español. No costó ni un solo hombre su invasión, sino derecho de sangre de Carlos V la adhirió. Más tarde, ochenta serían los años para emanciparse en la Guerra de los Ochenta Años. Aquí se creó la leyenda del conde Duque de Olivares con la que asustan a los niños que no quieren dormir como si se tratara de nuestro coco. Eso es, que nos teman, que viene Iniesta.
Un artículo de Isidro Ruiz para CEXT