Cultura

En todas partes (En todas partes)

La emigración en tres acordes

13/06/2014

Óscar Peñas sale de su casa en Brooklyn con la guitarra a la espalda. Se dirige hacia WhyNot Jazz Club, uno de los clubs de jazz más genuinos de la ciudad neoyorkina, donde presentará su último disco “Music of departures and returns”. Las referencias al viaje están presentes desde el propio título de esta obra. Y es que, como afirmara uno de sus principales referentes musicales, Silvio Rodríguez, este músico de jazz  ha tenido que “partirse en dos”. Hace casi una década dejó definitivamente su Barcelona natal para establecerse en la ciudad que nunca duerme, atraído por la “constante ebullición” de un lugar cuya “inmensa oferta cultural” siempre ha ejercido un poderoso influjo en las mentes creativas, desde Lorca hasta Dalí.

El artista catalán, que asegura que su decisión de vivir en el extranjero no fue forzosa, se encuentra plenamente adaptado a la vida neoyorquina. “»Nueva York, como todas las grandes ciudades, es una bestia que ha devorado a mucha gente pero si aprendes a domarla…no hay sitio mejor para vivir y que tu arte se nutra de la energía y belleza, a veces un tanto sórdida, de esta ciudad».” Una belleza convulsa fruto de una interculturalidad que es a la vez reflejo e inspiración de la música de este autor, que combina en su producción musical estilos con raíces muy distintas, como el jazz, el tango, la música brasileña o el flamenco. Curiosamente, un género tan arraigado al carácter español como el cante hondo triunfa en el país norteamericano. ¿El motivo? Peñas alude a su capacidad emotiva, que lo convierte en universal y añade que “el flamenco es lo más radical y auténtico de nuestra cultura”.

En la misma línea se mueven Sonia Olla e Ismael de la Rosa, que desde hace un año residen también en La Gran Manzana, donde presentan su espectáculo flamenco ‘Tiempo al Aire’. La fuerza  y alcance de este género, unido a su deseo de establecer contacto con la diversidad y riqueza cultural de la ciudad, hicieron que se embarcaran en un proyecto personal y vital que, no obstante, no ha estado exento de dificultades. Las barreras idiomáticas, el desconocimiento  acerca del funcionamiento de los circuitos culturales y la carestía del nivel de vida americano han supuesto serias trabas a la hora de abrirse camino. Sin embargo, este dueto artístico logró patalear (y taconear) al desaliento a base de participar en diversos festivales que resultaron un éxito de público y  que lograron que sus nombres comenzaran a ser conocidos en el ámbito cultural neoyorquino, favoreciendo así la ocupación de un nicho de mercado en una ciudad que, en palabras de Sonia Olla “está falta de flamenco”.

La perspectiva de retorno es escasa para este tándem artístico que asegura que solo ahora comienza a hacerse a los ritmos de vida estadounidenses. En este sentido coinciden de nuevo  con Óscar Peñas que, si bien recuerda con nostalgia España, asegura que no se ve regresando a la península más que de vacaciones ya que afirma “haber experimentado muy de cerca eso de que nadie es profeta en su propia tierra”.

En este sentido conviene resaltar que la fusión de dos crisis, una económica y otra endémica, como es la de la industria musical en nuestro país, hace que tanto artistas como productoras se orienten hacia el exterior. Según un reciente estudio de Injuve, más de 200.000 jóvenes españoles han emigrado fuera del país desde el comienzo de la crisis. Estas colonias de españoles en el extranjero demandan música de sus lugares de origen. Bien lo saben grupos como La Pegatina o Love of Lesbian, que actualmente realizan un gran número de conciertos en el exterior. Si bien estos grupos consolidados buscan satisfacer a un público ya fidelizado, otros apenas conocidos se plantean su salida al extranjero, precisamente, como la oportunidad de abrirse hueco en mercados más acordes a su estilo que el español.

Este es el caso de las CasiCasioTone (LCC). Este dúo formado por las asturianas Ana y Uge se dedica a un género, la música electrónica, que a pesar de ser periférico e incluso denostado desde ciertos sectores en nuestro país, cuenta con el apoyo de público y crítica en el exterior. Fue así como lograron firmar con el prestigioso sello vienés MEGO, que ha producido su álbum d/evolution. Aseguran que les encantaría  dinamitar “la barrera física existente entre el ámbito nacional y el internacional”. Para  ello, estas artistas emplean una estrategia plenamente consciente en d/evolution, donde intentan ir a la esencia, confrontando al espectador a sensaciones universales y titulando a sus temas con nombres que pueden ser reconocidos por público que hable diferentes lenguas. Buscan así “diluir las barreras de tiempo, lugar e idioma” y aseguran que “»afortunadamente, la música ayuda mucho a conseguir este fin ya que se trata de un arte que en nuestra opinión posee la virtud de ser universal en sí misma».” Un idioma universal  permite que el oscuro sótano neoyorquino donde Óscar Peñas recrea los acordes de Paco de Lucía, o donde Sonia Olla taconea con furia y pasión, se ilumine con un color y candidez que hará que el espectador se sienta como en casa, aún estando a 6.000 kilómetros de ella.

Un reportaje de María de Castro Ramos para CEXT

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