Pocos quedarán que no sepan que este año el Festival de la Canción de Eurovisión transcurre en Lisboa tras la sorprendente victoria de Salvador Sobral el año pasado. Pero no todo lo que trae el festival es un camino de rosas, sobre todo para un país como Portugal, que aún no puede permitirse gastos superfluos tras la delicada situación financiera de la última década.

Así, primero llegó la noticia de que Oporto rechazaba acoger el Festival precisamente por la inversión que implicaba para la ciudad, de modo que finalmente debía ser la capital portuguesa la encargada de organizar la fiesta musical de Europa. Después de todo, en Portugal supuso todo un revulsivo la victoria de los hermanos Sobral al tratarse de la única vez que Portugal se ha alzado vencedor de Eurovisión.

La siguiente polémica que acompañó a la organización fue el uso de voluntarios para trabajar en el festival, decisión que fue tachada de ilegal al utilizar mano de obra al margen de la legislación vigente.

Como guinda al pastel, en el proceso de selección del candidato portugués el favorito, Diogo Piçarra, fue acusado de plagio y finalmente representará al país luso Cláudia Pascoal con el tema “O Jardim”.

A pesar de las piedras en el camino, la victoria en 2017 parece haber resucitado el interés por el Festival en Portugal, y bajo el lema “All aboard” la organización pretende invitar a celebrar Europa y la música a los 43 países participantes. Para ello, ya han comenzado la carrera que concluirá en la final de esta 63ª edición el 12 de mayo.

RTP, la cadena de televisión pública portuguesa ha preparado una amplia programación sobre Eurovisión, y el Festival se celebrará en la parte moderna de Lisboa, el Parque das Nações, que fue desarrollado durante la Expo de 1998, y la expectación es tal que se han agotado todas las entradas. Además, la mayor plaza de Lisboa, Terreiro do Paço, se transformará en una enorme discoteca eurovisiva entre el 6 y el 12 de mayo para prensa acreditada y eurofans.

También se ha trasladado el Festival al archipiélago de Madeira, donde concursantes de distintos países, entre ellos Amaia y Alfred, los representantes españoles, se han desplazado para grabar las postales de presentación de cada propuesta.

En cuanto a la gran noche, Portugal tira la casa por la ventana y aprovecha la oportunidad como ventana al mundo. En la final actuarán, entre otros artistas portugueses, las fadistas Ana Moura y Mariza, así como Salvador Sobral y la leyenda de la música brasileña Caetano Veloso.

Parece que Eurovisión sigue más viva que nunca, y Lisboa dará buena cuenta de ello.