Cultura

Buenos Aires (Argentina)

Costumbres españolas que sorprenderán a tus amigos extranjeros: nuestros horarios

10/09/2015

Entrar a trabajar a las diez, comer a las tres de la tarde, salir de trabajar a las ocho, cenar a las diez. Estas rutinas, que el español medio tiene naturalizadas, sorprenderán a cualquier extranjero que venga a nuestro país. `Spain is different’ alegamos, a veces con orgullo, otras con resignación. Porque aunque a todos nos encanta que a las once de la noche las calles sigan llenas de gente y las terrazas estén a rebosar, cuando el debate sobre los horarios se traslada a la jornada laboral la defensa generalizada de nuestras costumbres patrias se debilita.

Desde luego, el tema de los horarios genera pasiones encendidas y sentimientos contradictorios. Y no es para menos. De media, los españoles comemos dos horas más tarde que nuestros congéneres europeos. Además, somos los europeos que menos dormimos: 7 horas y 12 minutos, casi una hora menos que en el resto del continente. Las razones son diversas y estructurales.

Por un lado, y como ya hemos mencionado, está nuestra tristemente célebre jornada laboral. Un informe de OBS School sobre motivación y rendimiento laboral señala que, aunque España es el tercer país con la jornada laboral más amplia de la Unión Europea, es el que menor rendimiento obtiene por hora trabajada, ya que el 55% del tiempo resulta improductivo. Estas jornadas laborales eternas hacen que, al salir de nuestros puestos de trabajo, queramos aprovechar el tiempo al máximo. Cenamos siempre después de las nueve de la noche y el prime prime time televisivo se prolonga hasta pasada la medianoche. De nuevo se establece una clara diferencia con los países de nuestro entorno, donde los programas televisivos de máxima audiencia finalizan a las once.

Por otro lado, está el hecho de que tengamos el huso horario cambiado. Y es que, aunque por horario solar a nuestro país le corresponde el huso horario de Portugal y Reino Unido, Franco decidió retrasarlo una hora para adecuarse a los horarios que Alemania  había impuesto en todos los territorios ocupados.  Esto hace que en verano anochezca a las 10  de la noche, lo que dificulta que alguien pueda dormirse apenas una hora después. Al amanecer sucede lo contrario. La escasez de luz entorpece nuestro despertar.

Analizados todos estos parámetros parece evidente que debemos reflexionar sobre nuestros horarios y su relación con nuestra calidad de vida. Aunque, a pesar de todos estos datos, muchos afirman que la nocturnidad es algo inherente a nuestro ADN como nación y que las costumbres no van a cambiar aunque lo hagan las leyes. Y tú, ¿qué opinas?

Una información de @mdecastroramos

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