Para una ciudad tan multicultural como Toronto, capital de su provincia, y ciudad más grande tanto en extensión como en población de toda Canadá, se hace difícil pensar en la inexistencia de varios grupos y asociaciones de españoles asentados.

Lo cierto es que el Club Hispano de Toronto es el único que podemos encontrar aquí. Tanto su comité como sus queridos socios, dan la bienvenida a todos aquellos que aterrizan por estas frías tierras de Norteamérica en busca del abrigo de lo conocido, un punto de inicio propicio para conocer otras personas y de introducción a una nueva cultura.

El Club Hispano de Toronto fue fundado en el año 1964 por un grupo de amigos gallegos que habían emigrado a estas tierras con sus respectivas esposas. Iniciaron el Club y se hicieron socios fundadores. El Club cuenta con un comité que organiza los eventos, y convoca reuniones mensuales para la toma de decisiones. También celebran las fiestas regionales españolas coincidiendo con las mismas fechas en el calendario, abre los miércoles para partidas de mus y los domingos se televisan partidos de fútbol.

Además, como dato curioso, en el año 1989 el Club cambió de sede contando con la Infanta Cristina como madrina.

En sus inicios el Club contaba con 300 y hasta 400 socios. Su número, desafortunadamente ha ido disminuyendo en estos últimos años. Muchos de los socios iniciales ya no están presentes en Toronto, por una u otra razón, y los jóvenes están llegando con visados de trabajo temporales, por lo que tras uno o dos años, están de vuelta. Hoy en día cuenta con alrededor de 200.

En la actualidad, Sarah y Nancy, nuevos miembros del comité, son quienes desde la vitalidad de su juventud, compromiso con el Club y cariño de sus socios están aportando nuevas ideas de expansión y de organización de eventos. Ya tienen publicada su su agenda de próximas actividades, a  los que habrá que añadir clases de danzas españolas.

La sensación de acudir a un evento del Club, no es el de ir a un restaurante a comer, sino el de parar el tiempo, viajar a España y bajar al bar del pueblo, donde no existe el frío, ni la distancia, ni el trabajo, ni las bullas… donde te sientes como en familia y pasas un buen rato.

IMAGEN: cedida por el Club Hispano de Toronto.