Ciudadanía

BRUSELAS (Bélgica)

Bruselas despierta tras una larga semana de letargo

30/11/2015

Aunque con pereza y muy poco a poco, la vida volvió a aflorar este fin de semana en el centro de la capital Europea. Los puestos de chocolate caliente y las luces del mercado de Navidad relegaban a un segundo plano a los militares y patrullas de policía que, por un lado, nos dan a entender con su presencia que la situación está controlada y por otro, nos recuerdan que la amenaza terrorista sigue ahí.

 

El árbol que anuncia la llegada de la Navidad a Bruselas convive con los uniformes militares en la Grand Place. Sin embargo, a diferencia de días atrás, este fin de semana las furgonetas del ejército, aparcadas de forma discreta en las calles de alrededor, dejaban todo el protagonismo a las fiestas navideñas.

El sábado por la mañana, al pasear por la principal arteria comercial de la ciudad, la Rue Neuve , parecía impensable que la calle fuera la misma que hace unos días aparecía desierta y acordonada en los informativos de medio mundo. Este fin de semana su ritmo lo marcaba el trajín de los bruselenses que aprovechaban para hacer las últimas compras de la Fiesta de San Nicolás, que se celebra en Bélgica el próximo 6 de Diciembre.

Aunque la semilla del miedo esté sembrada, hay quien opta por seguir viviendo, en el más amplio sentido de la palabra. Quizás el sol y las ganas de salir tras cuatro días de encierro y otros tres de desconfianza, pesaron incluso más que la bajada del nivel de alerta terrorista máxima a la hora de volver a poblar las calles del centro de la ciudad. Unos metros más allá –de camino a la plaza de Sainte Catherine- el recién inaugurado mercado de Navidad lucía espléndido, si bien es verdad que no había que hacer fila para disfrutar de un vaso del tradicional vin chaud: los vendedores acusan que los últimos acontecimientos han acercado a menos público del esperado.

Y es que aún nos estamos recuperando de la resaca que nos dejó el cóctel de arresto domiciliario y pánico que de forma inevitable potenciaron palabras como ‘alerta terrorista máxima’ o ‘atentado inminente’. Hay quien aún trata de evitar coger el metro para desplazarse. Hay controles de entradas y salidas en centros comerciales, y gran parte de las citas culturales de la ciudad han sido aplazadas hasta la semana que viene. Mientras tanto, otros locales, tímidamente y con esfuerzo, programan pequeños eventos como un intercambio de idiomas o una conferencia, bajo el aviso en redes sociales de que puede celebrarse o no “dependiendo de las circunstancias”.

De lo que no cabe duda es de que este fin de semana, Bruselas dejaba ver el esfuerzo por parte de todos, comerciantes y transeúntes, locales y turistas, por imponerse en la tarea de volver a hacer de esta capital la ciudad llena de vida que todos conocemos.

 

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