1. Aprovecha el clima y la playa o montaña para cargarte de energía. El sol es la principal fuente de energía de la que disponemos y la naturaleza nos relaja y nos levanta el ánimo.

2. Dosifica los compromisos con la familia y/o amigos. Tus vacaciones se pueden convertir en una agenda llena de actividades surgidas de las demandas de los demás. Procura reservarte un tiempo para ti y para tus necesidades: relajarte, conectar contigo mismo, cuidarte.

3. Presta atención a las cuestiones que te ayuden a trabajar en tu crecimiento personal. Las visitas a casa son el lugar ideal para detectar conflictos no superados y/o posibles heridas todavía no sanadas.

4. Dedica esta pausa en tu vida diaria para analizar tu situación actual,¿estás satisfecho?, ¿estás dónde quieres estar?, ¿qué podrías mejorar?, ¿te diriges a dónde quieres llegar?…

5. Trata de extrapolar lo que has aprendido en tu nuevo país y lo que te ha aportado esa experiencia a tu vida de antes. A veces, da la sensación que tu ya no eres la misma persona que dejó su país de origen y cuesta adaptarla a ese entorno en el que te recuerdan cómo eras, una y otra vez. Aprovecha para trasladar tu “nueva persona” poco a poco, a tu lugar de origen.