María de los Remedios Alicia Rodriga Varo y Uranga nació en Cataluña a principios del siglo pasado y dejó su país para exiliarse en París durante la Guerra Civil Española en los años del surrealismo; formada en la Academia de San Fernando en Madrid, por sus intereses artísticos pronto se convertiría en un miembro del movimiento del movimiento liderado por André Bretón y conocería en él también a Max Ernst, Leonora Carrington, Joan Miró y Wolfgang Paalen.

Cuando los nazis invadieron Francia, Remedios se mudó a México, donde crearía la mayor parte de su cuerpo de obra y donde pasaría el resto de su vida ya naturalizada como ciudadana mexicana. Formó parte de un círculo intelectual que incluiría a Octavio Paz, Eva Sulzer y César Moro, fue también contemporánea de Frida Kahlo y Diego Rivera. Fallecería en 1963.

En 2001 la obra de Remedios Vario recibió la declaratoria de Monumento Artístico Mexicano, y se nombró al Museo de Arte Moderno en la Ciudad de México como su custodio. Desde entonces el museo ha dedicado un tiempo y esfuerzos considerables a la difusión de sus creaciones que tienen como temas centrales los escenarios oníricos, la alquimia, el psicoanálisis y los diferentes planos de la realidad. Su trabajo es menos conocido en España, aunque en 2008 se llevó a cabo una jornada de conmemoraciones del 70 aniversario del exilio de Varo.

Este año el Museo de Arte Moderno recibió de la familia de Walther Gruen –última pareja sentimental de Varo- el archivo personal de la artista: fotografías, dibujos preparatorios, correspondencia, una colección de arte prehispánico, libros, ropa y documentos diversos que se presentan en una exposición que estará abierta al público hasta febrero de 2019.

“Éste es el acervo más amplio de Remedios Varo en el mundo, y podría decirse que el único y el único, además, que pertenece a una colección pública, porque existen algunas obras en colecciones privadas, pero no como colección”, señala Abel Matus, coordinador de exposiciones del Museo de Arte Moderno.

Desde hace unos cuantos años, figuras femeninas del surrealismo mexicano han vivido un periodo de auge y reconocimiento un tanto inesperado que Matus asocia con la idiosincrasia nacional “quizá tiene mucho que ver la visión del surrealismo y la magia que permean en los visitantes y fans, puede ser también que la oleada de Frida Kahlo haya levantado a muchas otras figuras femeninas”.

Alrededor del mundo, en un gran numero de museos, se encuentran iniciativas de investigación y curaduría que reivindican el trabajo de las mujeres como artistas, reescribiendo el canon tradicional de la Historia del Arte. Esta exposición es ejemplo de ello y una muestra que vale la pena visitar.

IMAGEN: cortesía Museo de Arte Moderno

Un artículo de Gabriela Mosqueda