Experiencias

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Luigi Irureta-Goyena (27 años), realizó un SVE en Rusia: «El SVE en Rusia me cambió la vida para siempre»

02/07/2017

Luigi Irureta-Goyena participó en el programa de Servicio de Voluntariado Europeo y reconoce que es una oportunidad magnífica para alguien que quiera descubrir un país europeo involucrándose en la sociedad en la que va a trabajar.

 

¿Cuál es tu profesión u ocupación actual? Estudiante de máster de EMTM (Erasmus Mundus Tourism Management).

¿Por qué decidiste hacer un SVE? Aprendí un nivel básico de ruso en la universidad y el SVE era una manera brillante de conocer Rusia desde dentro. Rusia no es Francia, Reino Unido o Polonia, no te puedes marchar a las bravas. Necesitas una estructura, un apoyo institucional y organizativo que te permita conseguir visado, una ocupación, etcétera. Además, soy un firme defensor de los valores que promueven los proyectos como este: tolerancia, respeto, colaboración y entendimiento mutuo.

¿Cuándo lo realizaste, en qué país y cuál fue su duración? Lo hice en 2014 y la duración fue de 6 meses, de febrero a julio ambos incluidos. La ciudad donde desarrollé el proyecto fue Voronezh, tiene un millón de habitantes y está a 500 kilómetros al sur de Moscú.
¿Cuál era tu formación? En 2011 acabé el Grado de Traducción e Interpretación. Ahora estoy cursando un máster, pero en 2014 cuando me fui de SVE sólo tenía la carrera.

¿En qué consistió tu proyecto? El proyecto se basaba en la educación para jóvenes y estaba enfocado en la promoción de valores como la tolerancia, el respeto y la cooperación. En una ciudad como Voronezh hay muy pocos europeos y es muy conveniente que vayan voluntarios europeos para proyectos como el mío.

En términos prácticos, la iniciativa se dividió en dos fases:

– En la primera (febrero-marzo-abril-mayo) hice muchas actividades diversas en colegios con grupos de niños desde los 8 hasta los 18 años: dinámicas de grupo, presentaciones sobre España y cultura española, clases teóricas y prácticas de inglés, juegos al aire libre y presentaciones sobre temas de interés (lenguaje de gestos, historia y cultura general).

– En la segunda, cuando ya había acabado el curso escolar (junio-julio) trabajé en cuatro campamentos al aire libre de monitor a tiempo completo. Allí fui profesor de inglés para diversos grupos y parte del grupo de monitores de los campamentos (80-100 niños y uno de 300 niños), por lo que ayudaba en todo tipo de tareas (organización de comidas, horarios, vigilar a los niños, etcétera). También trabajé en el Festival de artes Platonov como ayudante e intérprete para diversos artistas que vinieron a actuar a Voronezh.

¿Qué fue lo más difícil de tu experiencia? Cuando llegué a Rusia, mi nivel de ruso era bajo. Cualquier cosa que en la vida normal parece una nimiedad para mí era una auténtica losa: hacer la compra, ir en bus, quedar con alguien a tomar un café… Sin ruso en Rusia no eres nadie y, por tanto, yo era «casi nadie» cuando llegué. En abril tuve que ir al hospital a que me desinfectaran un dedo y era duro no poder entender lo que ocurre, qué te pasa, qué te hacen, qué inyección te han puesto o cuándo tienes que volver a curarte. En realidad, la frustración es ver que te enteras de algo, pero que te falta mucho, muchísimo para llegar a un nivel alto. Esa pérdida de la propia personalidad es sin duda lo más duro de la experiencia.

¿Qué te aportó este voluntariado? Suena fuerte, pero lo pienso así: el SVE en Rusia me cambió la vida para siempre. Desde el día que me confirmaron mi plaza en mi proyecto (1/1/2014), aprender ruso se convirtió en mi prioridad número uno y a día de hoy ese objetivo se mantiene. De hecho, en diez días vuelvo a vivir a Rusia, curiosamente a Voronezh de nuevo. Esta vez es para acabar un máster de turismo internacional, por lo que queda claro que el vínculo que empecé con Rusia continúa más vivo que nunca.

Gracias al SVE descubrí el país más grande del mundo, su exuberante cultura y las incontables oportunidades que eso ofrece y pase lo que pase, sé que Rusia, el ruso y las personas que conocí allí van a estar presentes en mi vida siempre.

¿Cómo continuó tu carrera profesional después de realizar el SVE? En la recta final del SVE tuve muy buenas sensaciones con mi progreso en ruso y mi adaptación al país, hasta tal punto de que decidí volver a Rusia dos meses después de volver. Sin embargo, la decisión de volver «por mi cuenta» fue un fracaso porque no tenía garantías de trabajo ni una estructura detrás que me apoyase. Estuve trabajando en una escuela de idiomas y en un hostal de recepcionista, pero a los dos meses me volví a España. Estuve trabajando en Madrid varios meses en una empresa de márketing. Solicité un máster de turismo internacional y, por suerte, fui aceptado.

¿En qué trabajas ahora mismo y cuáles son tus próximos objetivos? Estoy realizando un máster que se llama EMTM y ahora mismo estoy a punto de empezar el cuarto y último semestre del programa. En los tres primeros he estado en Kolding (Dinamarca), Ljubljana (Eslovenia) y Gerona. Ahora tengo una beca para hacer mi proyecto final de investigación del máster en Voronezh. Lo haré sobre las expectativas de los residentes sobre el Mundial de Fútbol 2018, que es precisamente mi próximo objetivo una vez que termine el máster.

Durante los seis meses de mi proyecto en Voronezh quiero aprender ruso al máximo nivel posible para poder trabajar en la organización del Mundial de Rusia. Para poder ser un profesional de calidad en Rusia todavía necesito experiencia interna en el país. Ahora voy a tener la oportunidad de involucrarme en clases de ruso avanzado, meterme en asociaciones, clases de baile, equipo de fútbol, hacer más amigos… En resumen, vivir el país desde dentro para poder luego dar valor en el mercado. Me encanta el fútbol y con esta formación, y además teniendo un nivel alto de ruso, inglés, francés y catalán y español nativo tengo oportunidades de trabajar en este mega evento.

¿Qué consejos darías a alguien que ahora esté interesado en realizar un SVE? Le diría que adelante, pero con algunas condiciones. El SVE es una oportunidad magnífica para alguien que quiera descubrir un país europeo (o en mi caso, asociado como Rusia) desde dentro, involucrándose en la sociedad donde va a trabajar. El SVE no es un viaje ni un Erasmus, significa vivir y trabajar en otro país con todo lo que eso implica, tanto en lo bueno como en lo malo. A nivel vital, tener experiencias de este tipo es una bendición de cara al futuro y las personas que tengan interés en experimentar otra cultura, aprender otros idiomas y enriquecer su vida para siempre tienen en el SVE una oportunidad que aprovechar.

 

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