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Sonia: mujer, migrante y activista

27/06/2016

Sonia Maribel Sarmiento se graduó en Turismo y Hotelería con 23 años. Fue entonces cuando decidió que quería comenzar su vida profesional lejos de La Paz (Bolivia), su tierra natal. Su objetivo era reunirse con su hermana en España, pero no consiguió viajar al país ibérico por falta de “papeles”. Fue en ese momento que ella descubrió uno de los principales problemas para los migrantes: la burocracia de la documentación. “Si hay algo que me gustaría que se discutiese en el Foro Social Mundial de las Migraciones (FSMM) 2016 es la dificultad de regularizar la situación del migrante en cada país”.

Por causa del documento, Sonia renunció a España pero no a las ganas de salir de Bolivia. Cuando recibió la oferta de una amiga de viajar hasta São Paulo, no se lo pensó dos veces. Sonia puso rumbo al país vecino con la expectativa de quedarse seis meses. Desde entonces, han pasado 7 años. En São Paulo, Sonia se involucró en el Colectivo de Arte Semillas. Pero junto a la vocación artística, Sonia descubrió los problemas burocráticos de Brasil. Concretamente, del atendimiento de la Policía Federal (PF), principal órgano responsable por los visados de extranjeros en Brasil. “En la PF te dan informaciones incorrectas, te hacen volver constantemente para recoger y dejar documentos. Todo es muy caótico”.

“En Brasil, sin documento no haces nada. No puedes trabajar, no puedes estudiar y a veces no puedes ni salir a la calle. Y lo que los migrantes buscamos cuando salimos de nuestra tierra es hacer una vida en otro país”, explica. Además de la desburocratización, Sonia lucha por el derecho al voto del extranjero. “Claro que debemos respetar las leyes de un país, pero los migrantes no vamos a quedarnos parados, tenemos que reivindicar un derecho básico, el del voto, independientemente del país donde vivamos”.

Sonia cree que hay muchas cosas para mejorar en Brasil, pero al mismo tiempo lo considera un buen país para migrar. “Brasil es un país que está construido por migrantes de todos los países, es mestizo. Incluso hay un dicho: Brasil no tiene raza”. En su opinión, los brasileños son calurosos, pero al mismo tiempo existe una dicotomía: “A pesar de la mezcla de razas, existe un sentimiento racista en Brasil. Por eso, el gobierno tiene que trabajar en la inclusión de los migrantes”.

Además de ser migrante, Sonia tiene que enfrentarse diariamente al machismo. “Siempre viví sola y, como mujer, pasas miedo cuando el vecino llama a la puerta para pedirte unas tijeras. Cuando vivía en mi antigua casa, el dueño del edificio me preguntó si era lesbiana. Esas son situaciones por las que los hombres migrantes no pasan”, cuenta la boliviana.  

“No pienso quedarme en Brasil. En dos años me gustaría viajar a Estados Unidos para hacer un curso, y después quiero volver a Bolivia. Quiero devolverle a mi país todo lo que he aprendido en mis viajes”. Sonia volverá a comenzar su historia como migrante en otro país, pero siempre luchando para conseguir sus derechos y ser respetada como mujer.

Fotografía: Sonia Maribel Sarmiento, primera comenzando por la derecha, en presentación teatral junto al Colectivo de Arte Semillas (Marcos Vidal)

 

Un artículo de Ana Abril para CEXT

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