“¿Hacemos unos mates?” Seguramente si vives en Argentina, en Uruguay o en Paraguay has escuchado esa frase mientras estás reunido con amigos en alguna casa, sentado en un parque, estudiando en una biblioteca o incluso en la oficina donde trabajas, entre tus compañeros. También en zonas de Bolivia, Chile o Brasil hay costumbre de tomar esta infusión amarga que se sirve en un recipiente denominado igualmente “mate” (normalmente de hecho de calabaza) y se bebe a través de una “bombilla”, con el termo al lado para recargarlo de agua caliente. Si te lo ofrecen, como buen inmigrante “invitado” en una cultura ajena, lo suyo es atreverse, al menos, a probarlo.

El mate es más que una simple bebida, es un rito social y un símbolo de cercanía: nadie a quien le caigas mal te va a “convidar a unos mates”. Pero también por ello tenemos que saber que esta tradición, que se remonta a la época precolombina en la zona de los pueblos guaraníes, tiene sus reglas:

• Preparación: la persona que se ofrece a hacer el mate es el “cebador”. Es el encargado de cargar el mate (recipiente) con la “yerba” mate y el que sirve la primera dosis de agua caliente (muy caliente, pero siempre sin que haya llegado a cocer). Que no te parezca maleducado si él se toma el primero. Es, de hecho, casi un signo de cortesía porque el primero siempre es el más amargo. Cuando la yerba lleva ya varios turnos pierde amargor y se dice que es “mate lavado”.
• Pase del mate: cada persona que se haya unido a beber va recibiéndolo por turno, como si fuera una ronda (¡sin colarse!), y bebe hasta que se agota el agua del pequeño recipiente. Solo entonces se recarga con más agua del termo y se pasa al siguiente. Olvídate de los escrúpulos porque todo el mundo bebe de la misma bombilla y es importante que cuando lo recibes o lo pases no digas “gracias” o se interpretará que ya no quieres más.
• Beber el mate: lo tradicional es beber el mate amargo y caliente. Se sorbe por la “bombilla” (una especie de pajita de caña o metal) sin remover nunca la yerba. Se agarra el mate y no la bombilla al beber y tampoco se sopla por ella. Tampoco hay debes demorarte mucho en terminar tu mate o el resto de la gente se impacientará.

Como todas las cosas buenas, también tiene sus excepciones y hay quien prefiere echarle azúcar (todo un pecado para un auténtico amante del mate) o incluso leche. También hay quien lo toma preparado en saquitos, como una infusión corriente. Además, en verano es típico beberlo frío y con zumo de naranja, pero en este caso, aunque se mantienen las reglas, cambia el nombre: ya no es hacer unos mates sino tomar “tereré” y es ideal para acompañar una tarde de playa o de piscina.

Si te gusta el té o el café amargo probablemente estés de suerte y no te cueste nada incorporarte a la costumbre de tomarlo. Nada mejor para los días de invierno con un libro o como excusa para tener una larga charla con tus amigos. Y si no te gusta, bueno, solo tienes que decir “gracias”.