La web de la Casa Blanca, que durante las dos legislaturas de Barack Obama mantuvo una versión en castellano, hoy ya sólo existe en inglés. En menos de dos días desde su toma de posesión, la nueva Administración dirigida por Donald Trump ha eliminado de su web varios enlaces, entre ellos el que decía: “En español”.

Esta acción y el escaso interés que durante la campaña demostró Trump por los asuntos latinos (al margen de la construcción de un muro en la frontera con México, la expulsión de millones de inmigrantes irregulares y el retroceso en la apertura con Cuba iniciado por Obama), se unen al hecho de que, por primera vez en más de treinta años, no hay ningún miembro latino en el gabinete de la presidencia.

Una serie de agravios que contrasta con la pujante comunidad latina en el país, que, con más de cincuenta millones de integrantes, cerca del 17% de la población total, es ya la minoría más grande de EEUU. No en vano, los dos principales oponentes de Donald Trump por la candidatura del Partido Republicano, Marco Rubio y Ted Cruz, son de origen latino y hablan español. También con fluidez lo hablaba el cuarto de los candidatos, Jeb Bush, así como el que fuera candidato a la vicepresidencia del gobierno de Hillary Clinton, Tim Kaine.

Al margen de todo, el castellano sigue siendo hoy en día el idioma con más músculo de los EEUU, ya que es el que crece a mayor ritmo (entre el 2000 y el 2010 el número de hispanohablantes creció más de un 30%, desde los 35,3 millones a los 50,5 millones, y se estima que siga haciéndolo a gran ritmo. Según estudios del Instituto Cervantes, la población de hispanohablantes puede llegar hasta los 132 millones en 2050, lo que la convertiría en la lengua más hablada del país, y a EEUU en el segundo país del mundo con mayor número de hispanohablantes, sólo por detrás de México.