Lo cierto es que la fama que ostenta Río de Janeiro sobre su peligrosidad recorre el mundo. Somos muchos los que llegamos a la ciudad con el miedo en la maleta, sin embargo, me he dado cuenta de que una vez tienes en cuenta ciertas precauciones, no es para tanto. Es cierto que, como en cualquier otro país, estás expuesto a que te roben pero no tengas miedo porque la mayor parte de las veces no ocurre y de hacerlo, a ti no te pasará nada.

• Ten mucho cuidado con los sitios donde pagas, que no se lleven tu tarjeta y al pagar tapa el datáfono con tu mano mientras pones el pin porque es común que te duplique la tarjeta.
• En la playa no dejes tus pertenencias solas, si vas solo o sois pocos y todos queréis bañaros acercaos a cualquier persona  y preguntad si os pueden cuidar las cosas, es algo muy habitual y jamás te dirán que no, la gente es realmente simpática. En caso de que seáis un grupo grande intentad dejar todas las pertenencias juntas en el centro. También puede pasar que te roben las chanclas, pero la verdad es que tienes la oportunidad de comprar Hawaianas por 5/10 euros.
• Al salir de fiesta o de noche es mucho mejor llevar bolsos pequeños que estén lo más pegado al cuerpo posible. Cuidado con llevar las cosas en los bolsillos porque pueden desaparecer fácilmente.
• Antes de venir me recomendaron llevar siempre 40 reales brasileños por si me atracaban que nunca me pillase sin dinero, pero la verdad es que nunca me he visto en tal situación.
• Por la noche lo mejor es moverse en Uber y evitar ir sólo. Todo depende de las zonas por las que te muevas, por lo general la zona sur es más segura.

Aunque pueda asustar leerlo nunca olvides que son precauciones, que igual que en Europa cuando visitas ciudades turísticas debes tener cuidado con el bolso aquí también y sí, tienes que tener algo más cuidado e ir algo más atento, pero eso no significa que tenga que pasarte nada. En mis cuatro meses aquí nunca me ha pasado nada. Si muchos de mis conocidos van a volver con otro móvil es por perderlo y no porque se lo hayan robado.

Un artículo de Paula González para CEXT