En las costas venezolanas se encuentran una variedad de playas con una belleza incomparable. Sin duda, la Bahía de Chuao es una de ellas. Ubicada a unos 170 kilómetros de Caracas, este pueblo costero es la opción preferida de muchos turistas tanto nacionales como internacionales. Su secreto: la belleza natural que combina playa y selva tropical, y sobre todo el chocolate. Los habitantes del pueblo de Chuao tienen una extensa tradición en siembra y cosecha del cacao, que para muchos es el mejor del mundo.

Llegar a la bahía de Chuao puede ser toda una aventura que nunca se puede olvidar. Si se empieza el viaje desde Caracas, se debe coger un bus en la terminal de buses con destino a Maracay, Estado Aragua. Una vez allí se coge un bus con destino a Choroní. Este trayecto puede durar unas 2 horas, en una carretera que sobresale por la belleza del paisaje, llena de niebla de montaña y donde se puede observar el árbol nacional de Venezuela, El Araguaney, a lo largo de toda la vía.

Ya en el pueblo costero de Choroní, en el embarcadero de Puerto Maya se debe coger una lancha hasta la Bahía de Chuao. Tras unos 20 minutos en lancha se llega al destino. Muchas personas se alojan en pequeños hostales o posadas. Los más jóvenes, por lo general, se quedan en tiendas de campaña.

Chuao ofrece una gran playa. A lo largo de ella se encuentran algunos chiringuitos donde se puede degustar un rico pescado frito o unos tostones con queso que dejan a muchos visitantes sin palabras. Para degustar lo más esperado de este pueblo costero, se debe coger una guagua desde la playa hasta el pueblo de Chuao. Tras unos 10 minutos en una vía que atraviesa las siembras de cacao se llega al pueblo. En medio de casas de estilo colonial y rodeados de selva, el chocolate es el protagonista. Esta delicia se consigue en una gran variedad de presentaciones: chocolate con frutas, cacao puro, cacao en polvo, té de cacao y hasta jabones con base de cacao.

Para los más aventureros la cascada del Chorreón se ofrece como una opción. Para llegar a ella se debe caminar a través de la selva montañosa durante unas 2 horas, un camino exótico donde se debe atravesar un río por lo menos unas 20 veces. A falta de unos pocos metros ya se puede escuchar la caída de agua. Una cascada de unos 20 metros de altura deja sin habla a cualquier visitante. Algunos se atreven a bañarse en sus aguas, otros prefieren quedarse en silencio y admirar tal belleza natural.

Sin duda, Chuao y su gente hacen de este destino único en Venezuela.

Un artículo de David García Jauregui para CEXT