Un momento...
18/02/2018
Cantaba Amália Rodrigues: “Numa casa portuguesa fica bem pão e vinho sobre a mesa”. Pero no sólo de pan vive el portugués. Si bien es cierto que el pan y el vino portugueses son excelentes, también lo es el resto de una gastronomía rica, variada y muy tradicional.
El bacalao es uno de los pilares de la dieta portuguesa, y el affair viene de lejos: en 1353 se estableció un acuerdo con el rey de Inglaterra que permitió a los pescadores portugueses faenar en las aguas del norte durante cincuenta años. El bacalao seco y salado aguantaba los largos viajes para llevarlo a todo el país. En la actualidad existen al menos mil recetas diferentes, como el bacalhau com natas o el bacalhau á bras.
Pero también la sardina se ha convertido en símbolo de Lisboa gracias a la tradición de comerlas asadas en San Antonio, la fiesta mayor de la capital. El olor a sardinas asadas inunda las calles de Alfama, aunque tal popularidad le ha pasado factura y este año se prohíbe su pesca.
Del mar también es abundante el marisco, de modo que es más económico que en España, y a él debemos delicias como el arroz de marisco o gambas (culminado con cilantro fresco) y el pulpo en todas sus variantes.
Otro plato que no falta en la mesa portuguesa es la sopa. Son espesas y con enjundia, y hay casi tantas como platos de bacalao: el tradicional caldo verde, la sopa de la piedra, de legumbres y todas las verduras posibles. Así, la sopa se come todo el año como entrante, en el almuerzo o la cena.
Portugal es, como España, tierra de quesos, jamones y embutidos. La enorme variedad de quesos abarca del queso de las Azores al cremoso amanteigado, que se abre por la parte de arriba y se puede untar. A la altura está la mantequilla, otro bien muy apreciado y consumido en Portugal. De los embutidos, aparte de chorizos y morcillas hay dos productos 100% portugueses: la farinheira, a base de harina, y la alheira, de origen judío a base de carne de aves. Los embutidos, tan típicos del Alentejo, son piezas clave del cocido portugués, que a diferencia del español, no lleva garbanzos, sólo carnes y verduras, y se acompaña de arroz.
Otros platos típicos a base de carne son el pollo al churrasco, abierto en mariposa sobre la parrilla para adquirir un gustoso sabor ahumado, o la bifana, un bocadillo de lomo de cerdo marinado que se acompaña de piri-piri (salsa picante) y mostaza.
Todos los menús del día suelen contar con varias opciones de carne y pescado a la brasa, que generalmente se acompañan de arroz y patatas fritas, pero también de ensalada y alubias. La alubia es la base de la feijoada, un guiso con carnes y verduras popularizado en Brasil.
Punto y aparte son los postres: flanes, mousse de chocolate o mango, tarta de galletas… sencillos y muy caseros. O la repostería conventual, principalmente producida con huevo. Queijadas, travesseiros, pastéis de nata, pães de Deus, doces do Algarve, pão de Ló, pastéis de Belém… la lista es infinita.
En cuanto a beber en Portugal, merece su propio artículo. Bom apetite!