“Navidad, dulce Navidad. Vuelve a casa, vuelve al hogar...”. Esta melodía, tan presente cuando se acercan estas fechas, sobre todo para aquellos que estamos lejos del hogar familiar, retumba en el paseo marítimo de Bata. El termómetro marca 30 grados, pero la humedad ecuatorial sube la temperatura unos siete u ocho grados más. Las luces y canciones navideñas anuncian que se aproximan las fiestas, pero la gente camina tranquilamente con pantalón corto y los niños se divierten en la playa. La Navidad en Guinea se vive de una forma especial.

Entras al supermercado y te encuentras un árbol navideño de dos metros. A su lado, un Papá Noel sonriente te da la bienvenida. Se ofertan varios tipos de cestas navideñas y puedes elegir entre diversos portales de Belén. Los turrones se agolpan en las estanterías, suena “La marimorena” y uno no puede dejar de preguntarse si algún guineano sabe qué significa. La temperatura en el interior del supermercado desciende abruptamente. Quizás para recrear el frío que recorre Europa.

Ajeno a todo ello, un grupo de 15 jóvenes ultima los preparativos para el gran acontecimiento cultural en la ciudad: el concurso de villancicos. Los Centros Culturales de España en Bata y Malabo acogen durante varios días la competición para dilucidar qué coro canta el mejor villancico. Las iglesias de cada barrio se lo preparan a conciencia: compran sus telas de popó en el mercado, se confeccionan sus propios trajes y componen sus villancicos lengua materna o en español. En el concurso se valoran la originalidad, la voz, el baile y la puesta en escena.

En Guinea Ecuatorial la mayoría de la población es católica, pero la presencia evangélica está creciendo fuertemente. Desde los años 80, numerosos misioneros españoles se asentaron en Guinea, trabajando en sanidad, educación, recuperación del patrimonio y labores asistenciales, de ahí el gusto por los villancicos.

El cristianismo también se fusiona con las propias tradiciones locales y recupera elementos del patrimonio. Es el caso del “ntono be” o canto a Dios, en lengua fang. Este tipo de canto, muy frecuente en las misas dominicales, va acompañado de la percusión de instrumentos tradicionales como los mendjang (xilófonos) o tambores de diferentes tamaños. Junto a ello, a veces acompañan al canto maracas, panderetas o el órgano. El coro Elat Cristo de la Salle sorprende a todos en el concurso con una magnífica demostración de “ntono be”. Otros diez coros aguardan su momento, y en categoría infantil hay más nervios entre los 8 grupos participantes.

Cae la noche y el calor no afloja. Se encienden las luces y “La marimorena” deja de sonar en el supermercado. Es la voz de los villancicos de los coros la que pone la música a Bata. ¡Feliz Navidad! “Mbumba nfoma”.

Un artículo de Noel Corregidor para CEXT