Ahora que conocemos el CCEB, es hora de hablar de la labor cultural que ejerce en la ciudad. Ya hemos compartido en varias ocasiones eventos del centro sobre literatura, cine, teatro y hasta tradiciones navideñas; en esta crónica te proponemos conocer su intensa vida cultural desde dentro. Partamos de que la concesión de espacios gratuitos da prioridad a grupos y asociaciones para la creación artística, la promoción de eventos culturales entre colectivos vulnerables, el impulso de vías de comunicación cultural -como la Revista Atanga– o el desarrollo económico de la cultura.

Los días de actividad cultural, el bullicio en el patio con gente dirigiéndose al salón de actos contrasta con el silencio de la primera planta. La biblioteca general concentra a los estudiantes apurando los últimos días de estudios. Con un fondo de más de 4000 libros, destacan clásicos de la literatura hispana y la estantería dedicada a obras ecuatoguineanas y africanas. Para los niños entre 3 y 12 años, el CCEB cuenta con una biblioteca infantil donde poder leer libros, jugar, pintar o disfrutar de las actividades de animación sociocultural que tienen lugar.

Andrés Pérez Sánchez-Morate, el director actual del CCEB desde 2014, busca potenciar una programación cultural diversa, especialmente centrada en promover los derechos de las mujeres. Considera prioritario promover actividades inclusivas con personas con diversidad funcional, estrechando lazos con la asociación ASSONAMI, el colegio de sordos La Fe o impartiendo cursos gratuitos de lengua de signos para formar a profesores o animadores culturales. Destaca la importancia de llevar la actividad cultural más allá del CCEB, realizando espectáculos con compañías locales o españolas en centros educativos de Bata o en pueblos de la región continental.

Con los últimos rayos de sol, en el paseo comienzan a aparecer los corredores y los alumnos que terminan sus clases. Muchos se acercan al CCEB, charlan en las escaleras, entran para mirar los cuadrantes de la cesión de espacio o se preparan para los ensayos de sus grupos. Dos chicas se dirigen al sótano, donde 3 aulas están habilitadas como espacios para practicar teatro o baile; al lado, una sala insonorizada para la música. En la planta principal, en el patio, un grupo de jóvenes se dirige a unos de los talleres gratuitos de formación artística. El conserje trata de indicarles que los talleres son en las aulas de la azotea. Allí se enseña dibujo, canto, piano, informática, lengua de signos o taller de escritura literaria, entre otros.

Varias personas se agolpan frente al tablón de anuncios. Tratan de ver las próximas actividades. Comienza en unos días la Semana de la Diversidad Funcional con conferencias, presentaciones, cuentacuentos en lenguas maternas y teatro. Los carteles anuncian que dentro de poco es el ciclo de cine europeo medioambiental y que se abren nuevos cursos de formación. La actividad cultural no para.

Un articulo de Noel Corregidor para CEXT