Recientemente he vivido una experiencia interesante en las redes. Una señora española, residente en Estados Unidos desde hace muchos años, preguntaba en un grupo de Facebook cuál era el procedimiento para renunciar a la nacionalidad española. El motivo era que su hijo de 19 años, que ostenta doble nacionalidad, quería alistarse en el ejército y esta unidad militar en particular le obligaba a tener solo una nacionalidad, la estadounidense. Por tanto, debía renunciar a la española.

Sobre el papel yo lo vi claro: el chaval prepara un documento de renuncia voluntaria a la nacionalidad española, y junto con otra documentación que le piden en el consulado, se presenta en las oficinas consulares y listo. Si en algún momento deseara recuperarla, pues podría hacerlo cuando quisiera.

Hasta ahí todo claro. Sin embargo, asistí con cierto desánimo, al espectáculo de leer en su post de Facebook las 68 respuestas a esta simple pregunta. Ninguna de ellas daba una respuesta clara y específica a la pregunta que se formulaba, sino que el gallinero opinaba sobre la absurda exigencia de este cuerpo militar norteamericano, se discutía apasionadamente sobre las diferencias entre ciudadanía y nacionalidad, se dudaba de la conveniencia de renunciar a la nacionalidad, se valoraba la decisión del muchacho de ingresar en la milicia, etc, etc.

¿PERO HAY ALGUIEN AQUÍ QUE ME DIGA LO QUE TENGO QUE HACER?

Mi reflexión al respecto es ¿confiarías en las redes sociales para tener una respuesta fiable a un problema que puede decidir tu futuro más inmediato?