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Lluisa: “en México la tierra tiembla con frecuencia, he vivido seis sismos”

23/10/2017

Lluïsa Matarrodona es de Gerona pero vive en México desde 2011. Es licenciada en Filología Inglesa con postgrado en Edición y una Maestría en Estudios comparativos de Arte, Literatura y Pensamiento. Actualmente se encarga de de la coordinación de la editorial Anagrama en México. Como superviviente española del terremoto que asoló Ciudad de México el pasado 19 de septiembre, nos cuenta en primera persona cómo vivió el temblor y sus consecuencias.

CEXT-¿Habías vivido antes un sismo en la Ciudad de México?

Lluisa- Si, tiembla con frecuencia en la ciudad, en los años que llevo aquí me habrán tocado unos cinco o seis sismos de estos que se notan.

CEXT-¿Cómo te tocó vivir el sismo del 19 de septiembre?

Lluisa- Era más o menos la hora de la comida y me paré para comenzar a ver la preparación y mi compañera de piso me dijo «oye creo que está temblando» y yo lo dudé un poco hasta que empecé a ver que se movía todo. En ese momento agarramos a la gata que tenemos, salimos corriendo y vimos que todos los vecinos también habían bajado y comentaban lo fuerte que había sido, pero no se veía nada grave en Escandón, la colonia donde vivo. No había internet ni red de celular por lo que no podíamos marcar a nadie y nos relajamos un poquito pensando «bueno, ya pasó», aunque se había sentido mucho y fue un susto grande. Un poco después, la gente en la calle que pudo comunicarse nos comentó lo fuerte que había sido, tanto que se habían caído edificios, algo muy grave. Decidimos salir a caminar hacia la Condesa y ya había gente sacando escombros de uno de los edificios que se cayeron. Nos pusimos a echar una mano, pero era todo muy surreal, un ambiente extrañísimo.

CEXT -¿Qué se siente en ese momento de miedo e incertidumbre?

Lluisa- Primero no te lo crees mucho y tu reacción inicial es simplemente revisar que tu casa esté bien y luego es salir a la calle a ver qué puedes hacer, dónde ayudar. Estuvimos con mi compañera de piso y varios amigos sacando escombros de una casa. Sentías como que si te ocupabas de eso todo estaría bien. Estuvimos un buen rato ahí hasta que se hizo de noche y nos mandaron a casa porque también comenzó a llegar la marina y los militares. Nos fuimos a casa con una sensación difícil de describir. A partir de ahí el tiempo se sintió muy distinto, todas las rutinas se cancelaron. La primera noche tuvimos en el departamento a un montón de amigos y conocidos que se habían quedado sin casa, que viven o vivían en la Roma, la Condesa o la Narvarte, porque sus edificios estaban dañados o porque había peligro de fugas de gas, así que organizamos el campamento. Esa también fue otra forma de ayudar. Al otro día que ya había internet estuvimos todos conectados y pendientes de qué pasaba y dónde se podía ayudar. Con un grupo de gente en bicicleta nos dedicamos a llevar víveres y herramientas donde hacía falta y así estuvimos hasta final de semana que llegaron voluntarios de todas partes y nos pareció mejor idea no estorbar. Creo que todo el mundo sentía una especie de obligación por ayudar, al saber que tú, tu familia y tus pertenencias estaban todas bien, pero que en otro momento podrías haber sido el que lo perdiera todo.

CEXT-Ahora que ciertas rutinas se han restablecido, se instauró una normalidad bastante diferente a la que reinaba antes del sismo ¿qué opinas al respecto?

Lluisa- En el inicio hubo como un rush de solidaridad, de dejártelo todo en las calles ayudando: nada más era importante. El trabajo no era importante, el resto de las cosas que haces todos los días, nada. Sólo querías estar ahí con la gente y echar la mano pero de repente ha empezado a salir todo lo que hay detrás, cuando ya se empiezan a meter los gobiernos y los políticos. Oímos que se estaban robando los víveres que se habían juntado en los centros de acopio, surge toda la realidad fea de la que no quieres saber, como que los constructores de los edificios colapsados lo habían hecho de manera irregular, ¿por qué no sigue la solidaridad? Mi sensación es que han pasado demasiadas cosas todas terribles e indignantes y todas al mismo tiempo. Entre los centros de acopio, los víveres robados, los dramas televisivos, las costureras del edificio colapsado, los niños atrapados entre los escombros de la escuela, cosas que al cabo de una semana resultan demasiado y la gente intenta entonces desconectar, volver a sus trabajos, intentar restablecer sus vidas…

CEXT – Es comenzar una nueva vida que no has elegido.

Lluisa- Ahora muchísima gente tendrá que emprender un calvario personal de intentar recuperar sus pertenencias, casas o indemnizaciones. Sigue habiendo una gran cantidad de personas que viven en tiendas de campaña haciendo guardia para que no les roben las pocas cosas que aún les quedan. Historias muy tristes y dramas en los que no sabemos bien como involucrarnos para ayudar. También me he puesto a pensar que siendo una zona sísmica y una ciudad que se supone que estaría preparada para los sismos (aunque seguramente existe un protocolo de emergencias), la respuesta y la preparación del gobierno son insuficientes. Se vio que muchas cosas no estaban cubiertas, tan solo las herramientas que estuvieron usando los brigadistas. ¿De verdad es que no tenían previsto que éstas cosas podrían necesitarse en caso de una emergencia? No hay un presupuesto o un fondo de emergencia en caso de sismo, ni siquiera una hoja de ruta mucho más completa. De momento ya hay un pequeño éxodo en colonias como la Condesa, la Roma o la Narvarte que se ven vacías. A un mes del sismo todavía nos dejan atónitos los daños en edificios que seguramente tendrán que ser demolidos. Poco a poco la ciudad se levanta de nuevo, todos tenemos esperanza de que pueda ser una mejor ciudad.

Una entrevista de Gabriela Mosqueda para Cext

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