Un momento...
06/11/2015
Son los que te llaman un domingo por la mañana para ofrecerte un viaje o un cambio de compañía telefónica, pero también la voz que, al otro lado del teléfono soluciona tus problemas cuando el coche te deja tirado en la carretera o tu compañía aérea te pierde la maleta. En un mundo cada vez más globalizado y con unos altos niveles de desempleo juvenil en algunos países, los centros de llamadas internacionales se presentan como una opción laboral pasajera para algunos jóvenes asentados en otras ciudades de Europa.
Cuando la doble puerta a la que hemos accedido con una tarjeta magnética se cierra a nuestras espaldas, escuchamos hablar en ruso, pero a medida que avanzamos por el pasillo, distinguimos también un idioma nórdico – probablemente noruego o finlandés,- por encima de un saludo en holandés o dos conversaciones distintas en italiano o portugués. Estamos en un call center internacional en Tallin (Estonia) pero podríamos estar en cualquier otra ciudad europea elegida por alguna multinacional para localizar sus servicios de outsourcing.
Se pide un nivel de inglés fluido, pues es el idioma de trabajo, y un nivel nativo o un muy alto del idioma en el que vayas a comunicarte con los clientes. Muchos de los trabajadores – en su mayoría jóvenes, menores de 35 años – aprendieron esta tercera lengua durante un programa Erasmus o estudiando Filología en la Universidad. Otros son nativos que aterrizaron en Tallin para hacer unas prácticas en empresa o con una beca Erasmus y se quedaron en la capital del País Báltico por falta de posibilidades laborales en su lugar de origen.
También el amor es el protagonista de muchas de estas historias. Es el caso del siciliano Maurizio P., uno de los miembros del equipo italiano en Runway Internacional, diplomado en Economía del turismo, que llego a Tallin hace tres años para hacer un voluntariado europeo y se enamoró de una chica armenia, también voluntaria. “El año pasado mi novia decidió volver a Tallin para estudiar un máster en la Universidad y yo acompañarla, porque ya estábamos cansados después de dos años de relación a distancia. Considero que esta es una de las pocas posibilidades que los extranjeros tenemos de trabajar en Estonia, pues es uno de los pocos trabajos en los que no se requiere hablar el idioma del país”.
Pero no solo la subcontratación genera empleo en Estonia, caracterizado por ser el país del mundo con mayor número de startups per cápita. Y si la comunicación abierta con los clientes es una de las piedras angulares de todo negocio, con la creación de empresas de base tecnológica el país báltico ha favorecido a su vez la generación de empleo para extranjeros.
Fue en Tallin donde los creadores de Skype dieron vida a Transferwise, que cuenta con 350 empleados alrededor del mundo, el 80% de ellos localizados en la oficina de Tallin. En ella trabajan a diario personas de treinta nacionalidades distintas, en su mayoría menores de treinta años, con gran parte de la plantilla dedicada a atención al cliente.
“Somos una compañía global, por lo que nos beneficiamos de un ambiente de trabajo internacional de distintas maneras”, afirma la jefa de comunicación de la compañía, Antonia Rofagha. “Por un lado, es muy útil contar con gente en la empresa que tenga un conocimiento profundo de diferentes países alrededor del mundo. Por otro, contar con un equipo que se caracteriza por la diversidad crea una atmosfera abierta y tolerante que favorece un caldo de cultivo perfecto para la innovación. Y por último y no menos importante, porque es divertido”.
Divertido y gratificante para unos, estresante y monótono para otros, la calidad del trabajo en un call center dependerá del volumen de llamadas, del nivel de presión ejercida sobre el trabajador o de si el salario es fijo o basado en comisiones. En Estonia, la mayoría de estos centros están basados en la filosofía laboral escandinava, que invierte en formación y desarrollo del trabajador para aumentar la calidad del servicio a los clientes. En líneas generales, sus trabajadores destacan el buen ambiente laboral en un entorno joven y con flexibilidad de horarios, que en muchas ocasiones, permite compaginar trabajo y estudios.