Marina Menegazzo y María José Coni tenían 20 y 21 años. Eran argentinas y estaban cumpliendo un plan que a muchos se nos ha pasado alguna vez por la cabeza: vivir la aventura de hacer un viaje como mochileras por América Latina. Nunca volvieron. Aparecieron muertas en su parada en la localidad de Montañita, en la costa de Ecuador.

Los detalles de la investigación aún no están claros. Dos hombres, con los que supuestamente accedieron a irse voluntariamente fueron detenidos por las muertes, después de que uno de ellos confesase (aunque después se retractó) que se fueron con ellas a una cabaña y que el intento de atacarlas sexualmente terminó en homicidio. Las propias familias pusieron desde el primer momento en duda esta versión de los hechos, defendida incluso por el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, y aseguran que Marina y María José nunca se hubieran ido con dos hombres de aspecto sospechoso. Creen que hay detrás una trama de trata y que se intenta tapar la verdad para no perjudicar el turismo. Pero el suceso ha trascendido incluso las fronteras de su propio horror.

La discusión sobre si Marina y María José habían bebido, sobre qué ropa llevaban y sobre todo los “es que viajaban solas” que se escucharon esos días en los medios levantaron una oleada de indignación que traspasó las fronteras de Argentina, de Ecuador e incluso del continente americano, llegando hasta España. #ViajoSola, acompañado del lema #NiUnaMenos –que en junio pasado había encabezado la primera verdadera iniciativa masiva contra la violencia de género en Argentina– se reprodujo como un grito en las redes sociales frente a aquellos que culpabilizaban a las víctimas y naturalizaban el problema de la violencia de género, en una región que aún no sabe ni por dónde empezar a atajar este problema.

En Argentina, para empezar, no existen estadísticas oficiales sobre feminicidios pero las asociaciones que luchan contra la violencia machista, como La casa del encuentro, hablan de que en el país muere una mujer cada 30 horas. En México, de media, 7 fallecen diariamente según Amnistía Internacional. En Bolivia se registraron una veintena de casos registrados en los dos primeros meses del año.

El pasado Día de la Mujer, en toda América Latina se dejaron sentir fuerte las manifestaciones para protestar contra la situación, que no solo tiene que ver con las cifras de muertas y golpeadas en sus casas (aunque sea lo más grave), sino también con las formas de hablar de los presentadores de televisión o con ciertos patrones de comportamiento con los que la sociedad aún hace la vista gorda, como seguir hasta su casa a una chica que ya dijo “no” o la sempiterna práctica del piropeo callejero (léase: comentario grosero que hay que aguantarle a un completo desconocido). Y es que aunque poco a poco crece la conciencia, aún queda un larguísimo camino hasta que Latinoamérica pueda decir realmente que no hay #NiUnaMenos.

Foto: Amnistía Internacional.