Las elecciones generales del pasado 20 de diciembre dejaron un arco parlamentario altamente fragmentado y sin mayorías claras. Y todo apunta a que España no tendrá más remedio que repetirlas. Es la primera vez en el transcurso de la democracia española –que cumple ahora 40 años– que el país afronta una situación tan opuesta al entendimiento que inspiró la Transición. Nunca había ocurrido algo así a escala nacional.

Pero sí existen precedentes autonómicos: Madrid convocó unos segundos comicios en octubre de 2003 después del llamado tamayazo, que impidió un Gobierno de izquierdas tras los primeros y forzó una nueva cita con las urnas que acabó con la llegada de Esperanza Aguirre al poder.

Esta situación se produce después de una tercera y última ronda de consultas del Rey con los líderes políticos. Tras ella, Felipe VI decidió el pasado martes no proponer un nuevo candidato para la investidura. Esto supone la disolución de las Cámaras y la convocatoria de nuevas elecciones. El lunes próximo, 2 de mayo, se cumplirá el plazo oficial de dos meses tras la primera votación fallida a Pedro Sánchez. Según las previsiones, ese día se disolverán las Cortes y el 3 se convocarán oficialmente los segundos comicios.

El calendario establece que la campaña electoral arranque el 10 de junio. Las elecciones tendrán lugar el 26 de ese mismo mes y, previsiblemente, el 20 de julio será la constitución del nuevo Congreso y del nuevo Senado.

Han pasado cuatro meses desde que los españoles se citaron con las urnas y dieron la victoria al Partido Popular, con 123 escaños, por 90 del PSOE, 69 de Podemos y 40 de Ciudadanos, junto a pequeñas formaciones.  España vive desde entonces una situación de parálisis política con un ejecutivo en funciones incapaz de tomar decisiones relevantes. Como es evidente, los nuevos comicios prologarán esta situación al menos tres o cuatro meses más…