Cultura – CEXT http://www.cext.es Ciudadanía exterior, el portal de jóvenes españoles en el extranjero. Sat, 23 Mar 2024 11:53:00 +0000 es hourly 1 Aragón ofrece 400 euros a jóvenes que cumplen 18 años para gastar en productos culturales http://www.cext.es/posts/cultura/aragon-ofrece-400-euros-a-jovenes-que-cumplen-18-anos-para-gastar-en-productos-culturales/ http://www.cext.es/posts/cultura/aragon-ofrece-400-euros-a-jovenes-que-cumplen-18-anos-para-gastar-en-productos-culturales/#respond Mon, 10 Oct 2022 08:12:19 +0000 https://www.cext.es/posts//aragon-ofrece-400-euros-a-jovenes-que-cumplen-18-anos-para-gastar-en-productos-culturales/ El nuevo bono del Ministerio de Cultura y Deporte se ha hecho con el fin de promover la cultura, para todos los jóvenes nacidos en el 2004 en todo Aragón, una de las provincias de España, y les ofece 400 euros para que puedan invertir en su futuro.  Este programa, que supone una gran inversión…

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El nuevo bono del Ministerio de Cultura y Deporte se ha hecho con el fin de promover la cultura, para todos los jóvenes nacidos en el 2004 en todo Aragón, una de las provincias de España, y les ofece 400 euros para que puedan invertir en su futuro.  Este programa, que supone una gran inversión comprendida entre los 210 millones de euros, está promoviendo que los jóvenes actuales sean generaciones con sed de cultura.

De toda la cantidad que les ofrecen una parte son para comprar productos físicos como libros, prensa o discos, otra para productos digitales como prensa digital, podcast o videojuegos en línea, y la otra mitad para entrar en museos, ópera,cine, danza y museos. De manera que puedan acceder a diversos ámbitos culturales y enriquecerse de cultura.

En estos tiempos apostar por la cultura y enriquecimiento de la mente, es una gran oportunidad de crecimiento. Si esta iniciativa la hicieran alrededor del mundo las nuevas generaciones tendrían muchas oportunidades y podrían marcar una gran diferencia en la actualidad.

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Vuelve el Festival de Cine Español a Australia http://www.cext.es/posts/cultura/vuelve-el-festival-de-cine-espanol-a-australia/ http://www.cext.es/posts/cultura/vuelve-el-festival-de-cine-espanol-a-australia/#respond Mon, 19 Apr 2021 12:42:12 +0000 https://www.cext.es/posts//vuelve-el-festival-de-cine-espanol-a-australia/ Después de un año de pausa en 2020 debido al Covid, vuelve el Festival de Cine Español a las ciudades principales de Australia cargado de eventos especiales comenzando el próximo 20 de abril. Este 2021 regresan las películas de habla hispana a las grandes pantallas australianas, contando con nada más y nada menos que 29…

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Después de un año de pausa en 2020 debido al Covid, vuelve el Festival de Cine Español a las ciudades principales de Australia cargado de eventos especiales comenzando el próximo 20 de abril.

Este 2021 regresan las películas de habla hispana a las grandes pantallas australianas, contando con nada más y nada menos que 29 producciones españolas y latinoamericanas. La gala de inauguración incluye bebidas y tapas españolas a la llegada al cine y antes de la proyección de ‘La boda de Rosa’ con la que se abre el festival. La principal diferencia entre los eventos de este festival en época de pandemia comparado con otros años es la cancelación de la fiesta post-visionado del largometraje en la ceremonia de inauguración por cumplir con los requisitos mínimos de seguridad del Covid en Australia. Las fechas de la ceremonia de inauguración varían en función de la ciudad, para más información consulte la página web oficial.

Entre los eventos especiales destacan: ‘La hija de un ladrón’ la ópera prima de Belén Funes y ganadora del goya por la mejor dirección novel; ‘Lista de los deseos’ con Victoria Abril; ‘Aupa Etxebeste!’ de Asier Altuna y Telmo Esnal y ‘Mientras en guerra’ de Alejandro Amenabar presentado por la Embajada de España en Australia en Canberra.

No podía faltar la representación latinoamericana con el evento especial Noche Argentina con el largometraje protagonizado por Ricardo Darín junto a su hijo Chino Darín ‘La odisea de los Giles’, que ofrecera previo al visionado vino Malbec y empanadas, cortesía de la Embajada de Argentina en Australia.

Para los tiempos que corren en los que es difícil viajar a otro país, que mejor que sentir un pedacito de tu tierra o tu viaje postpuesto sin salir de Australia de la mano del Festival de Cine Español.

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¿Navidad? en Lisboa http://www.cext.es/posts/cultura/navidad-en-lisboa/ http://www.cext.es/posts/cultura/navidad-en-lisboa/#respond Sat, 12 Dec 2020 20:19:32 +0000 https://www.cext.es/posts//navidad-en-lisboa/ Como ya es tradicional, llegado diciembre nos gusta contarte cómo se celebra la Navidad en Lisboa, los eventos que se organizan y qué costumbres no pueden faltar. En un año tan difícil como 2020 no podíamos pasar por alto estas fechas, sobre todo porque las medidas que se han tomado limitan mucho las opciones de…

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Como ya es tradicional, llegado diciembre nos gusta contarte cómo se celebra la Navidad en Lisboa, los eventos que se organizan y qué costumbres no pueden faltar. En un año tan difícil como 2020 no podíamos pasar por alto estas fechas, sobre todo porque las medidas que se han tomado limitan mucho las opciones de ocio y es conveniente saber qué se puede y qué no se puede hacer en los días señalados.

En general en Portugal todos los ayuntamientos han optado por reducir los eventos y muestras navideñas al mínimo. En Oporto ni siquiera se coloca el tradicional árbol de Navidad, pero en Lisboa las calles ya se encuentran iluminadas y las típicas decoraciones navideñas ocupan espacios públicos como la Praça Luís de Camões, la Praça do Rossio o Terreiro do Paço, donde el gigantesco árbol de Navidad ocupa su ubicación habitual.

Con el objetivo de restringir las aglomeraciones, no obstante, sigue vigente el confinamiento y cierre de negocios a partir de las 13 horas los fines de semana y festivos. Además, hace una semana se anunciaba que, si bien se va a permitir la celebración de Nochebuena, se trata de una excepción, mientras que en Nochevieja está previsto que se mantengan las restricciones, y el Ayuntamiento de Lisboa ya ha confirmado que no habrá ni fuegos artificiales, ni mucho menos el tradicional concierto en la Praça do Comércio.

El espíritu navideño no ha abandonado por completo a la ciudad; por ejemplo, hasta el 25 de diciembre se encuentran en exposición los escaparates navideños, una propuesta para fomentar el comercio tradicional. La lista con todos los participantes se puede consultar aquí. Otro barrio de la capital que no pretende dejar pasar por alto estas fechas es Benfica, que ha animado a sus vecinos y comerciantes a convertirlo en el barrio más iluminado de Lisboa. Y quienes prefieran disfrutar de música navideña a la luz de las velas pueden asistir a los conciertos Candlelight de Navidad.

El calendario escolar se mantiene sin cambios, y ya conocemos la batería completa de medidas que tendrán lugar hasta el 6 y 7 de enero. No cabe duda de que las grandes muestras de celebración son cosa del pasado. Si bien en Nochebuena se permiten las reuniones familiares, sólo se puede circular en la calle hasta las 2 de la mañana (igual el 25 de diciembre). En Nochevieja estan prohibidas todas las celebraciones públicas, y en ambas noches los restaurantes pueden permanecer abiertos hasta la 1. En la vía pública siguen en pie las restricciones (grupos no mayores de 6 personas), medidas de profilaxis habituales, y tanto en Nochebuena como Nochevieja se permite la circulación entre concelhos.

En definitiva, estas van a ser unas navidades inolvidables por los motivos que no nos gustaría recordar. Habrá quienes las pasen lejos de los suyos y quienes decidan no celebrar, pero tal vez esta Nochebuena y Año Nuevo a medio gas sean clave para las que están por venir.

 

Un artículo de Jose Alberto Arias para CEXT

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El cine español mantiene su espacio en Lisboa http://www.cext.es/posts/cultura/el-cine-espanol-mantiene-su-espacio-en-lisboa/ http://www.cext.es/posts/cultura/el-cine-espanol-mantiene-su-espacio-en-lisboa/#respond Mon, 23 Nov 2020 10:52:41 +0000 https://www.cext.es/posts//el-cine-espanol-mantiene-su-espacio-en-lisboa/ Como viene siendo habitual, la apuesta en Lisboa por el cine español es constante y muy extendida. Todo festival que se precie tiene en su programación varios títulos del país vecino, y este noviembre no podía ser de otro modo. Incluso con las restricciones causadas por el estado de emergencia, los festivales han sabido adaptarse…

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Como viene siendo habitual, la apuesta en Lisboa por el cine español es constante y muy extendida. Todo festival que se precie tiene en su programación varios títulos del país vecino, y este noviembre no podía ser de otro modo. Incluso con las restricciones causadas por el estado de emergencia, los festivales han sabido adaptarse a las nuevas medidas con cambios de última hora en los horarios de las proyecciones o con alternativas: así, con resistencia y grandísimas apuestas, llegan las nuevas ediciones de Leffest y Olhares do Mediterrâneo. Aquí te contamos qué títulos españoles puedes disfrutar en ambos festivales:

 

Lisbon & Sintra Film Festival (LEFFEST’20)

Entre Los días 13 y 22 de noviembre se celebra la 14ª edición de este festival entre las ciudades de Lisboa y Sintra, con una selección cinematográfica que aúna lo contemporáneo y lo clásico y una programación que pretende tender puentes con otras disciplinas.

  • La voz humana (Pedro Almodóvar, 2020): sin duda uno de los grandes atractivos del festival es el primer trabajo del cineasta manchego en inglés, rodado en plena pandemia con Tilda Swinton. 

Centro cultural Olga Cadaval, 20 de noviembre, 19h.

Teatro Tivoli BBVA, 23 de noviembre, 19:30h.

  • Las Hurdes, tierra sin pan (Luis Buñuel, 1932): el polémico documental del genio aragonés donde reflejaba con dureza la miseria en que vivían los habitantes de esta comarca extremeña.

Cinema Medeia Nimas, 18 de noviembre, 10:30h.

El festival acoge, además, otras películas de Buñuel, aunque de su etapa en Francia y en México que son La edad de oro y Los olvidados.

 

Olhares do Mediterrâneo 2020

Y también llega la 7ª edición del festival internacional de mujeres cineastas de distintos países mediterráneos, que se ha adaptado a las circunstancias asociándose con Filmin para disponibilizar parte de su programación online. Además, este año el festival puede presumir de una gran presencia de realizadoras españolas. Todos los trabajos están disponibles en Filmin durante la duración del festival, y algunos se proyectarán en el Cinema São Jorge:

  • Pimpollo (Guillermo y Eduardo Dieste, 2019). Cortometraje de ficción con un final sorprendente.

28 de noviembre, 15h.

  • Lago dos Nenos (Carlotta Napolitano, 219). Cortometraje documental sobre la infancia en las Islas Cíes.

28 de noviembre, 15h.

  • La hija de un ladrón (Belén Funes, 2019). Cuenta la historia de Sara, que a sus 22 acaba de ser madre cuando su padre sale de la cárcel. Será la encargada de clausurar el festival.

29 de noviembre, 19h.

  • Bubota (Carlota Bujosa, 2019). Durante un viaje en tren, su madre le cuenta a la directora que su padre biológico no es el que siempre pensó.
  • El infierno (Raul de la Fuente, 2019). Cortometraje documental sobre Chennu, que cometió su primer crimen con 15 años, y quiere volver a la prisión de la que salió.
  • Laatash (Elena Molina, 2019). Cortometraje documental sobre las refugiadas saharauis.
  • Cocodrilo (Jorge Yudice, 2019). Cuando se queda sola en casa, Alice hace a un youtuber una pregunta sobre un problema que la aflige.

Un artículo de Jose Alberto Arias para CEXT

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3º Finalista I Concurso de Relatos CEXT http://www.cext.es/posts/cultura/3o-finalista-i-concurso-de-relatos-cext/ http://www.cext.es/posts/cultura/3o-finalista-i-concurso-de-relatos-cext/#respond Thu, 29 Oct 2020 10:14:40 +0000 https://www.cext.es/posts//3o-finalista-i-concurso-de-relatos-cext/ Hoy es uno de esos días grises, llueve. Llueve a cántaros y las calles están inundadas. Se  forman riachuelos en la calzada. Y hace viento, mucho viento. Las pocas personas que se han  atrevido a salir a la calle, seguramente por alguna necesidad ineludible, lo hacen enfundadas en  grandes abrigos, los pies encasquetados en botas…

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Hoy es uno de esos días grises, llueve. Llueve a cántaros y las calles están inundadas. Se  forman riachuelos en la calzada. Y hace viento, mucho viento. Las pocas personas que se han  atrevido a salir a la calle, seguramente por alguna necesidad ineludible, lo hacen enfundadas en  grandes abrigos, los pies encasquetados en botas de piel y las manos protegidas por guantes  dentro de los bolsillos. Cada uno lleva un paraguas que le envuelve de un aura de protección  pésima dado que acaban mojados por algún lado u otro.  

Y yo los miro: corren como hormiguitas perseguidas por la furia de la naturaleza,  apresurándose a llegar a su destino intentando evitar los charcos por temor a mojarse los pies.  Ya ves, como si mojarnos tuviera que darnos miedo. ¿Cómo algo tan simple como unas gotas de  agua nos hace huir y, en cambio, nos quedamos atrapados durante años a merced de alguien 

que nos llegará a hacer herir de verdad? Las personas acostumbramos a tener miedo de cosas  que no podrían lastimarnos ni que quisiesen, como la pequeña arañita que teje su nido en una  esquina del techo. Lo que realmente nos hace daño es lo que nos hiere por dentro y no por fuera.  ¿Quién no se ha recuperado de una torcedura de pie? ¿y de una uña rota? En cambio, ¿Cuánto  rencor entre antiguos mejores amigos porqué un día se fallaron? ¿cuántas familias se han roto  por un malentendido? No es el mismo tipo de dolor, es un mal interior que va por dentro y que  se alimenta de nosotros para perdurar mucho más tiempo que el dolor físico. 

Continúo divagando un rato más, disfrutando del olor a húmedo y el rumor suave e  imperturbable de la lluvia cayendo. Algún trueno lejano me sorprende. Y se ven los relámpagos  que lo iluminan todo en un segundo, breve e intenso, como un puñetazo. Y en este momento  me fijo en una silueta situada en el portal del edificio de enfrente. Es un chico sentado. Lo veo  allí delante, solo, parece estar reflexionando sobre la vida, como estaba haciendo yo, y se me  escapa una sonrisa tierna. Como en un espejo, pienso. Lo veo a través de los barrotes de la  barandilla. Está sentado en el peldaño del portal, los pies en la acera, los brazos rodeando sus  rodillas, encogido igual que yo. Tiene la mirada perdida, parece disfrutar también de la lluvia  cayendo suavemente, ahora que ha aminorado su furia. Le veo la mirada plácida pero firme. Es  un chico decidido, pero también se deja llevar por las pequeñas cosas. La esencia de la vida nos  captiva a los dos, como ver un pajarillo en el nido protegiendo a sus crías que justo aprenderán  a volar mañana, cuando brille el sol de nuevo. Y le pasan por delante decenas de vehículos  motorizados, pero no ve ninguno. No le interesan. Demasiado ruido a hierro oxidado que no  deja oír aquello que nos está regalando la naturaleza: la lluvia. La pureza se ve a través de sus  ojos y solo aquello que es puro consigue penetrar la barrera cristalina de su iris verde esmeralda. Me transmite tanta paz observarlo…  

De repente una explosión de preguntas invade mi mente: ¿Qué hace ese chico allí?  ¿estará esperando a alguien? ¿Busca algo? No parece impaciente, al contrario, está relajado  como lo estaría cualquier otro cuando mira una película al atardecer tumbado en el sofá. Mi  mente me lleva a imaginarlo como si estuviera concentrándose para levantarse. Posteriormente  lo imagino moviéndose bajo la lluvia en una agradable armonía entre la elegancia y la alegría,  como actuando en un musical de Broadway, bailado bajo la lluvia, irradiando la felicidad que tan  solo de mirarlo me transmite con esa cara angelical que tiene. Bailaría con un paraguas en la  mano sin usarlo para taparse, solo como complemento a sus movimientos. Y en ese caso, no  como en el cine o el teatro, acabaría empapado y con la ropa arrapada al cuerpo dibujando la silueta fuerte y esvelta que adivino des de mi balcón. El cabello le caería por el rostro, igual que  ahora, que no se está protegiendo tampoco del avance lento pero impasible del agua sobre su  cabeza.

Me quedo un rato más embelesada contemplándolo. Me acerco al margen del balcón  para observarlo más detenidamente. Apenas puedo distinguir un poco mejor la forma perfecta  de su rostro y adivino la suavidad que tienen sus manos. Casi las siento acercarse a mí para  recorrer mi cuerpo de arriba abajo en un abrazo que comprima su cuerpo firmemente contra el  mío. Cierro los ojos y dejo que la imaginación vuele durante unos segundos. Me debato entre  seguir imaginando escenas que van subiendo la temperatura de mi cuerpo o contemplar ese  ángel que tengo a unos pocos metros de distancia. La tentación es enorme hacia ambas  opciones: el placer de la vista contra el de la imaginación. Finalmente abro los ojos. 

Ya no está. Todo se oscurece de repente, como si las nubes grises se hubieran vuelto  agujeros negros que absorben la ciudad. La oscuridad me invade completamente y todo a mi  alrededor se vuelve vacío de repente. Desesperada, me levando de golpe -los ojos fuera de las  órbitas como si de esta manera pudiera escudriñar mejor el terreno con la vista y encontrarlo  fácilmente-. No lo veo. No está en ninguna parte. Se ha esfumado. En tan pocos segundos no le  ha dado tiempo a ir muy lejos. Ni a izquierda ni a derecha… ¡no le ha dado tiempo ni de subir a  un coche! No lo veo más en todo el día, aunque de vez en cuando voy mirando el portal. 

Al día siguiente la lluvia no ha remitido del todo y me acerco de nuevo al balcón,  tampoco tengo nada mejor que hacer y la lluvia siempre me serena el alma. Y no puede ser, me  froto los ojos, quizá estoy medio dormida… ¡Mi ángel está en el mismo sitio de nuevo! No dudo  ni un instante, bajo corriendo para verlo de cerca, sin pensarlo. No creo que sea capaz de  hablarle, pero tengo la imperiosa necesidad de observarlo de cerca, saber que es real, que no es  una imaginación mía fruto de estos malos días que estoy pasando. Pero, como si me hubiera  leído la mente y estuviéramos jugando al escondite, cuando salgo del portal, con mis pintas, veo  que el espacio que estaba ocupado hace unos segundos está vacío otra vez. Miro a lado y lado  de la calle, pero ni rastro de él. Se ha vuelto a fundir en la nada sin ninguna explicación. 

Los días pasan y no quiero volver a mirar por el balcón, me queda aún una semana de  baja después del accidente y creo que me estoy volviendo loca. No he salido de casa más que  para perseguir lo que parece una especie de fantasma, no tengo ganas de hablar con nadie, como poco y me quedo muchas horas mirando el techo de mi habitación, que debería volver a  pintar. De vez en cuando, mi mente vuelve a pensar en la figura que he bautizado como ángel.  ¡En un segundo me hizo sentir tan a gusto! Ya no me acordaba de esta sensación. Me sigo  preguntando si es un vecino del edificio de enfrente que espera algo o un loco que se entretiene  con poca cosa, como yo. Quizá es un corredor profesional que puede desaparecer mucho más  rápido de lo que yo tardo en bajar los escalones que separan mi primer piso de la planta baja.  Sin darme cuenta vuelvo a estar en el balcón. Hoy ya no llueve y, aunque el día me parece gris,  la gente le da color. Es domingo de feria y las familias pasean arriba y abajo para ir a ver los  espectáculos y mercados que hacen en diferentes espacios de la ciudad. El ambiente en la calle  es alegre y contrasta enormemente con mi languidez.  

Mis ojos siguen a una pareja que va cogida de la mano, ella con un gran peluche en la  mano y él explicando una historia que debe ser divertida porqué la hace reír coquetamente. De  reojo vislumbro un movimiento en el portal de delante y allí lo veo de nuevo, hoy mucho más  nítido que los otros días, más brillante incluso si cabe. Aun así, y como las otras veces, nadie  parece reparar en su presencia. Y esta vez, como si se diera cuenta que lo estoy observando,  levanta la mirada y la clava directamente en mí. Me quedo paralizada al darme cuenta de que me ha sorprendido mirándolo y no he podido reaccionar para disimular o esconderme. Nos 

quedamos así lo que me parece una eternidad placentera. Es tan misterioso todo él… tiene una  mirada tan profunda que me pierdo en ella. En algún momento levanta una ceja, de forma  imperceptible, aunque yo me doy cuenta de ello como si cada músculo de su cuerpo me gritara  que se está moviendo. Sus ojos hablan conmigo. Nadie más parece darse cuenta de su presencia,  ni de la mía siquiera. Como si fuéramos dos almas que pertenecen a otro mundo. Nadie más  puede entendernos, como si nuestros cuerpos emprasen un lenguaje celestial, mucho más rico  y sutil que la palabra.  

Ahora todo vuelve a ser gris a nuestro alrededor. Él, por el contrario, brilla intensamente,  como una estrella en la oscura noche. Pienso en volver a bajar y reunirme con él, pero tengo  miedo de perderlo de nuevo y espero, quieta y atenta a sus movimientos. Esta vez, hasta que  no sepa como desapareces no me moveré. No te escaparás. Sigue fijando su mirada en mí  mientras se levanta, tan lentamente que, aunque no he apartado mis ojos de él, no me doy  cuenta de que se ha movido hasta que está casi de pie. Se dirige hacia mi portal, aunque se para  en medio de la calzada y me hace una señal con la mano “ven, vamos juntos”. Estoy segura de  que no ha movido los labios en ningún momento, pero sus palabras han llegado a mis oídos de  una forma tan clara, que ni gritando a pleno pulmón hubiera sido posible a tanta distancia. Tiene  una voz dulce pero firme que me captiva. No me paro a pensar. 

De repente estoy subida a la barandilla de mi balcón. A pesar de mi vértigo, no tengo  miedo. Mi cuerpo no pesa, se eleva como si flotase. Siento la brisa a mi alrededor, como si  estuviera entre las nubes. Hay poca gente en la calle, pero nadie repara en mí, no me ven. Mi  ángel se despega del suelo, levita y nos encontramos a medio camino. Somos dos almas libres  dejando la tierra. Ahora lo comprendo: Tan solo mi alma sobrevivió al accidente y él me guía  para volver de donde vine. 

Anna Gonzalez Perelló.

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2º Finalista I Concurso Relatos CEXT: «Diario de una invisible» http://www.cext.es/posts/cultura/2o-finalista-concurso-relatos-cext-diario-de-una-invisible/ http://www.cext.es/posts/cultura/2o-finalista-concurso-relatos-cext-diario-de-una-invisible/#respond Thu, 29 Oct 2020 10:06:33 +0000 https://www.cext.es/posts//2o-finalista-concurso-relatos-cext-diario-de-una-invisible/ Día 206  Los rayos de sol a través de la ventana auguran ya los primeros días del otoño, pero son lo  suficientemente cálidos todavía para despertar a María cada mañana. La quemazón de sus ojos la  acompaña al despertar, pero parece que hoy el dolor de cabeza le ha dado una tregua. Ánimo María,  puedes…

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Día 206 

Los rayos de sol a través de la ventana auguran ya los primeros días del otoño, pero son lo  suficientemente cálidos todavía para despertar a María cada mañana. La quemazón de sus ojos la  acompaña al despertar, pero parece que hoy el dolor de cabeza le ha dado una tregua. Ánimo María,  puedes con todo, hoy será un buen día. Un día más es un día menos y no estás sola, piensa en voz  alta.  

Baja las escaleras a la velocidad que le permite su corazón y ve a su perrita en el sofá que la  recibe con entusiasmo y le alegra el día momentáneamente. María tiene la suerte de vivir en el  campo y puede caminar tranquilamente mientras escucha al silencio que únicamente se rompe con  el cantar de los pájaros. Realiza los ejercicios respiratorios y parece que hoy sus pulmones pueden  absorber más aire puro. Desde la última recaída, una de tantas, la sensación de ahogo es permanente.  Piensa en todas las personas que no pudieron salir del hospital y le reconforta saber que está aquí, y  respira.  

Prepara su desayuno, demasiado sano como siempre, y mientras lo hace echa de menos su  bocata de jamón acompañado de un buen queso. Toma sus inhaladores y se sienta en el sofá. He  dormido casi 10 horas para poder tener energía para levantarme y desayunar, no me reconozco, se  lamenta. Ahí es cuando la rabia y la frustración llegan, suelen aparecer en ese momento del día,  cuando siente que a sus 26 años no puede hacer nada, ni tan siquiera poder funcionar con normalidad  durante una hora. Afortunadamente ha aprendido a suavizar estas emociones a medida que el día  avanza y ser…un poquito más feliz. Mientras el sofá la acoge como su segunda casa que es, piensa en  el antes y el durante de los primeros meses de la pandemia en la Gran Manzana. Se recuerda viviendo  días de 36 horas cuando trabajaba, daba clases, salía a correr, era voluntaria y además le quedaba  tiempo para ver a sus amigos y tomar una cervecita bien fría. Cuando corría por las avenidas porque  siempre llegaba tarde y gritaba a pleno pulmón en un concierto o en un bar. Cuando era un búho,  como su querida amiga la llamaba, porque le encantaba sentir la creatividad pasada la medianoche  y escribir, crear y expresar lo que cada día le hacía sentir. Pero en estos días de adrenalina y serotonina el virus ya campaba a sus anchas por su cuerpo. Cuando comenzó a notar sus efectos el  mundo ya se había paralizado, pero, ¿por qué preocuparse por una gripe en una persona totalmente  sana y joven?, pensaba.  

Los días pasaban y la vida se escapó de las calles de Nueva York. Las avenidas, vacías, tenían un aura apocalíptica difícil de describir. Las sirenas de las ambulancias tomaban protagonismo y  reaparecían cada pocos minutos. María no podía dejar de pensar en las personas que ocupaban esas  ambulancias, el personal sanitario arriesgando sus vidas y sobretodo la persona enferma, que dejaba  atrás a su familia, amigos y sueños, sin saber si podría recuperarlos en esa soledad tan cruel. Su  familia aparecía constantemente en su mente, sus amigos y todas las personas que tanto quería y  que estaban tan lejos. Miraba alrededor de su pequeña habitación y pensaba en qué sería de sus  cosas si ella desapareciera, si el virus presionara tanto su pecho que levantarse al día siguiente fuese imposible. Qué sería de su ukelele que la ha acompañado tanto tiempo y de todas las canciones que 

había escrito sin cantárselas a nadie. ¿Seré una de las candidatas a entrar en una de esas ambulancias?  ¿Desapareceré sin poder abrazar a mi familia, sin despedirme de ellos?, se preguntaba mientras el  miedo invadía cada célula de su cuerpo.  

Los días pasaban y María seguía viendo la vida a través de la misma ventana, de forma similar  al resto del mundo, claro, pero con la diferencia de que no sabía si podría mirar por esa misma  ventana un día después. Algunas semanas atrás las hojas de los árboles ya habían empezado a indicar  la llegada de la primavera, justo cuando tuvo que visitar urgencias por segunda vez. Sabía que sus  pulmones no funcionaban bien, pero tampoco su corazón ni sus ojos y en muchas ocasiones tampoco  su cabeza. ¿Me estaré volviendo loca?, se preguntaba. A pesar de tener unos amigos maravillosos  cada día se sentía más sola. ¿Qué me pasa? ¿Por qué no consigo recuperarme? Me encuentro incluso  peor que al principio. ¿Cuándo voy a despertarme de esta pesadilla?, pensaba desesperadamente. Un día, abrió su ordenador y le preguntó al señor Google qué le estaba pasando. Una ola de alivio la  sobrevino. Empezó a conectar con otras personas que seguían enfermas después de semanas y no  conseguían recuperar su salud y su rutina. Se convirtió en un espacio seguro donde mantener la  cordura y donde encontrar ese acompañamiento que durante tantas horas y minutos había  necesitado. Era un lugar muy reconfortante pero que en ciertos momentos se convertía en un pozo  de desesperanza y frustración, aunque las penas y las alegrías, mejor compartidas. 

Mayo trajo consigo un nuevo cambio en el panorama neoyorquino. Las sirenas de las  ambulancias se confundían con el sonido de los helicópteros las 24 horas del día y con los gritos de  los manifestantes por el brutal asesinato de George Floyd, al mismo tiempo que las buenas  temperaturas empujaban a la gente a las calles. María seguía mirando la vida desde su ventana,  paciente, demasiado, y sola, todavía más, pensando ilusamente que el final de la pesadilla estaba  cerca, pero siendo consciente también de que estaba viviendo un momento histórico en la ciudad de  los rascacielos. Seguía buscando respuestas médicas que no llegaban y además veía con indignación  y rabia que estas respuestas tampoco se estaban buscando, a pesar de ser cientos los que, como ella,  se levantaban cada mañana sin saber si su cuerpo aguantaría o no. Los días se fueron volviendo más  densos, raros, difíciles de llevar y las tareas diarias se volvieron muy complicadas. Las fuerzas eran  demasiado limitadas y la soledad de su habitación tampoco la ayudaba. Voy a volver a casa, decidió.  Y unas semanas después estaba bajo el sol del Mediterráneo.  

Ha pasado una hora y María continua en el sofá, necesita recuperar un poco más de energía  para poder levantarse y comer. Estoy muy orgullosa de ti, se dice a sí misma. Ha aprendido a  reaprender cómo vivir de un modo distinto, y espera que temporal, y a perderle el respeto a las  agujas, que para ella es todo un logro, aunque suene banal. Ya no hay momentos apresurados por la  Quinta Avenida ni tardes de deporte, y solían ser muchas, en Central Park. Tampoco hay sábados  noche interminables en un bar remoto en Brooklyn ni comidas tranquilas los domingos con sus  amigos. Ahora tiene días con mucha quietud, demasiada para su nerviosismo habitual, gestionando  su energía para intentar terminar el día de la mejor forma posible y dedicarle tiempo a lo que de  verdad le gusta hacer y a la gente que ha demostrado quererla en sus peores días. Pero hay también  lecturas de libros fascinantes, horas bajo el sol en una cala perdida y familia, mucha familia y eso es  un privilegio. Debería estar ahora en Bruselas disfrutando de algo que había conseguido muy  merecidamente, piensa y lamenta María. Y es que cuando el virus corría por su cuerpo, preparaba  las maletas para disfrutar de un paréntesis trabajando en su pasión, la cultura. Mantener las ilusiones

sin poder planear cómo se va a sentir el día siguiente o incluso el minuto siguiente le resulta un  trabajo monumental y más aún cuando siente que no tiene vida, ¿o sí la tiene? 

A veces incluso estudiando el mejor máster, el más caro, en la mejor universidad y con los  mejores profesores, no se aprende lo que está aprendiendo María estos meses. Son 206 días, y  subiendo, de aprender a levantarse con ganas aunque falten motivos, a dar las gracias por lo que  tiene y por lo que le dan, a sentir compasión por ella misma y por su cuerpo, a mantener la paz mental,  

a tener un trabajo a jornada completa cuyo único objetivo sea recuperar la salud, a valorar poder ver  el sol cada mañana y cómo cambia la naturaleza en cada estación, a vivir a pesar de todo porque,  siendo honestos, esto es agotador. La incomprensión y el poco respeto que se le tiene a la pandemia  le producen mucha frustración y María sabe muy bien lo que un virus microscópico puede hacerle a  tu cuerpo, sano o no, joven o no, con patologías previas o sin. Está exhausta, física y emocionalmente,  de intentar convencer a amigos y conocidos, y a la sociedad en general, de cómo este bache ha  paralizado su vida. No tiene energía ni tiempo útil para odiar ni pelear, es una mala inversión ahora  mismo. Reír y hacer las cosas que ama son la mejor receta. Vaya aburrimiento de vida, pensaréis,  pero no le queda otra que utilizar la poca fuerza que tiene en encontrar profesionales que la  acompañen, le puedan dar respuestas y le devuelvan la energía de vivir, porque ganas no le faltan.  Acepta, pero no se resigna.  

Navega el día a día con la esperanza de recuperar lo que quede de la vida que conocía antes  de marzo, pero lo cierto es que quien ha sentido la muerte de cerca nunca vuelve a ser quien era. La  historia de María es mi historia y la de miles de personas en todo el mundo que día a día luchamos  por que quienes nos pueden ayudar luchen también por nosotros, y nos devuelvan los bailes, los  maratones y las canciones a pleno pulmón.  

Me levanto del sofá para tomar un poco el sol, necesito mucha vitamina D, mientras espero  pacientemente que mis padres preparen la comida. Hace unos meses me sentía inútil por no poder  ni siquiera cocinar para mí misma después de llevar años viviendo sola, ahora, agradezco tener unos  padres increíbles que me ayudan en absolutamente todo y ¿a quién no le gusta que le mimen un  poco? Mientras tomo el sol reviso mensajes acumulados en mi móvil, es cierto que siempre me ha  estresado este aparatito, pero es maravilloso levantarse y leer mensajes de ánimo de familiares,  amigos y conocidos, ¿dónde estaría ahora mismo sin ellos? Cierro los ojos y visualizo a los amigos  que tengo lejos, me veo a mí misma riendo y pasándolo bien con ellos, como lo hacía antes y que  tanto daba por hecho. Y pienso en mis sueños, en mis objetivos y en cómo será mi vida dentro de  unos años. Y cuanto más lo pienso y lo analizo más me doy cuenta que no necesito mucho, ni el mejor  trabajo, ni viajes al Caribe ni el último iPhone, solamente necesito salud y personas que me quieran  en las buenas y las malas. Me hace feliz pensarlo, aunque lo haya tenido que dejar todo por una  “simple gripe”, pero, a diferencia de miles de personas, sigo estando aquí y no hay mal que cien años  dure, ¿no? 

Me levantaré un día y volveré a ser yo, volveremos a ser nosotros.  

María Úbeda Morales

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Ganador I Concurso Relatos CEXT: «Un día en Puri» http://www.cext.es/posts/cultura/ganador-concurso-relatos-cext-un-dia-en-puri/ http://www.cext.es/posts/cultura/ganador-concurso-relatos-cext-un-dia-en-puri/#respond Thu, 29 Oct 2020 10:01:09 +0000 https://www.cext.es/posts//1o-ganador-concurso-relatos-cext-un-dia-en-puri/ Lo primero que aquel hombre nos pidió fue respeto. Acabábamos de bajar de los ricksaws, aquellos vehículos mitad bicicleta mitad carroza impulsados por las fibrosas piernas de unos hombres muy bajitos y predispuestos, en los que veníamos embutidos —al menos mi primo y yo, que compartíamos espacio— desde el majestuoso templo de Jagannath.  La mejor…

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Lo primero que aquel hombre nos pidió fue respeto.

Acabábamos de bajar de los ricksaws, aquellos vehículos mitad bicicleta mitad carroza impulsados por las fibrosas piernas de unos hombres muy bajitos y predispuestos, en los que veníamos embutidos —al menos mi primo y yo, que compartíamos espacio— desde el majestuoso templo de Jagannath. 

La mejor forma de disfrutar de este espectáculo arquitectónico y humano, pues no faltaba peregrino que quisiese adentrarse en su templado útero de piedra, es desde la azotea de una curiosa biblioteca situada justo enfrente. Ya en las alturas y acompañados de una pequeña familia de monos que allí descansaba, nuestros ojos se debatían entre los diferentes espectáculos que se desarrollaban ante nosotros: la magnitud del sueño de una deidad convertida en edificio, el frenesí de los devotos visitantes, un bebé mono saciando su hambre con el pecho colgante de su madre… Así que mi tía lanzó una pregunta que aún no he sido capaz de responder: «Si tuvieseis que elegir entre alguna de estas cosas, ¿con qué os quedaríais?, ¿con la naturaleza, con la arquitectura o con las personas?». Pero lo cierto es que creo que no puede existir el todo sin las partes que lo componen.

 

Así que, una vez en tierra, y después de salir del trance en el que se había imbuido al verse envuelto con el sonido de su propia voz y de que le hubiésemos perdido por completo —y a causa de esto— durante unos minutos; después de deleitarnos con miles de anécdotas que hicieron que se nos erizase el vello y que llegásemos a considerar que habíamos alcanzado un nivel más alto en la escala del ser humano, aquel tipo, nuestro cariñoso guía, nos pidió respeto; «por favor», eso sí.

 

El respeto, como habréis podido observar a lo largo de vuestra vida, es algo muy voluble, ya no subjetivo, sino maleable como la plastilina, al igual que sucede con todos los conceptos que están ligados a la moral; no, a la religión; no… a lo que se debe hacer y lo que no, vaya. 

Lo que distingue lo que está bien de lo que está mal.

«Lo que».

 

El caso es que ahí estábamos. Me resulta muy complicado recordarlo todo, solo guardo en mi memoria una nebulosa tejida de imágenes inconexas, como en un sueño: a la izquierda la playa, de arena tosca, y el mar al fondo, turbio. Dicen que el Índico te absorbe hasta las profundidades; dicen que puede matarte (un poco más que cualquier otro océano, pienso yo). Y, aunque es cierto que aquel cariñoso guía, enamorado de su cultura y de su propia voz, temía constantemente y sin descanso por nuestra vida, también es verdad que no vi ni a una persona que se aventurase más allá de la orilla: si quieres que el mar te cubra, te tumbas sobre la barriga en la arena y dejas que las olas pasen por encima de tu espalda, con mucho cuidado de que no te arrastren hasta el fondo y el gigante azul te engulla para siempre. Si eres niño u hombre tendrás el placer extra de sentir el mar directamente sobre tu piel, si eres niña o mujer deberás cargar toda la tarde con el peso del agua en tu ropa, aunque, a pesar de eso, todas ríen como si se guardasen un secreto; creo que saben que se están haciendo más fuertes. Entrenan sus músculos y su resistencia con el peso de las aguas; llevan al bravío Índico rodeando su cuerpo entero, como místicas sirenas vestidas de sal. Quizá se estén preparando para algo más grande que ellas mismas.

También recuerdo basura, algo habitual; en la India la basura forma parte del paisaje, así como es típico que el color de las cosas esté en su grado más alto de saturación: el verde ácido de los campos de arroz, la tierra marrón rojiza —como la piel de sus habitantes, que recuerda al génesis literario de la propia humanidad: hombres saliendo del barro, alcanzando su forma definitiva gracias al aliento de algún dios—…

Más imágenes: las fachadas espectaculares, los templos hilarantes, excéntricos; ruinas y agujeros. Parecía que el infierno estuviese de fiesta.

 

El caso, como venía diciendo, es que ahí estábamos, de pie, con la playa a la izquierda y procurando tener respeto, pues nuestra siguiente actividad consistía en la visita a un crematorio. 

Un muro de piedra nos separaba del crematorio más importante de toda Odisha. Estábamos en Puri, la ciudad ideal para unas vacaciones marítimas y estacionales en la costa del golfo de Bengala, o para las vacaciones definitivas de, al menos, esta vida. 

Hay quienes hacen miles de kilómetros para poder incinerar allí a un ser querido; en aquella playa, llamada Swargadwar —la puerta del cielo—, donde las mujeres juegan a ser sirenas inmortales, puso sus pies por vez primera en la Tierra, el Señor Jagannath, una de las encarnaciones de Vishnu, Señor del Universo. Es por eso que este lugar tiene la mejor conexión que existe con el más allá, de tal forma que para aquellos cuyos cuerpos se estaban deshaciendo entre el fuego en esos instantes, sería mucho más rápido y cómodo llegar hasta el siguiente punto de su viaje, a su propio cielo mortal, donde esperarían su turno para volver a la Tierra convertidos en otra cosa. 

Todavía fuera, la temperatura era insoportable. A los mil grados del sol en agosto por esa zona del mundo, hay que añadir el calor que producen los cuerpos humanos consumiéndose sobre el fuego. Fuera y dentro eran prácticamente la misma cosa, mera semántica, porque el edificio en el que yo creía que nos íbamos a adentrar no era más que un solar diáfano cercado por el muro de piedra. Pensé que aquel espacio solo era la antesala de alguno de los edificios colindantes donde se desarrollarían las ceremonias, que los restos y los vapores serían gestionados de alguna manera industrial; pero está claro que mi pensamiento occidental condicionaba mis conclusiones.

 

Obviamente respeto. Obviamente silencio. Obviamente nada de fotos. 

 

Y atravesamos el pétreo muro, que bordeaba el solar como un último abrazo de despedida o, mejor dicho en su caso, como un «hasta que nos volvamos a encontrar», para observar las incineraciones de aquellos hombres y mujeres como si de una función circense se tratase. 

Procuro imaginarme entonces a alguna de las personas que tengo delante acudiendo a una de nuestras ceremonias fúnebres en las que damos un adiós para siempre. Y las veo confusas, incómodas con la muerte, tratando de descifrar la simbología de nuestro dolor, de nuestras ropas oscuras, de la disposición de nuestros cuerpos, de la decisión de nuestros gestos y nuestras miradas, y pienso que la magia de la otredad es tan voluble como la noción de respeto. 

 

Dentro del abrazo de piedra, diferentes hogueras se repartían por el suelo ante nosotros; de algunas solo quedaban las cenizas y los tímidos hilillos de humo que, jugando con el aire en una contorsión infinita, daban cuenta de que el viaje había sido realizado con éxito; en otras, un cuerpo pequeño y amortajado esperaba a que la comunión con el fuego le facilitase el billete de ida.

Cerca de uno de estos pacientes viajeros, se producían los únicos sonidos que podías escuchar en todo el lugar. Si bien es cierto que, como he mencionado antes, se trataba de un espacio abierto que difícilmente podría escapar al barullo de la ciudad, yo solo escuchaba y veía aquello: un grupo de mujeres perfectamente coreografiado, con una disposición similar a la de las figuras de una imagen religiosa barroca, se despedía. 

Como sucede con el mar, bañarse en la muerte también es diferente para los hombres y para las mujeres, lo hacen por separado. No recuerdo hombres, a decir verdad, quizá alguna sombra con camisa blanca de lino, sombras separadas o pequeños grupos como mucho, tríos a lo sumo. Toda la fuerza de mi memoria y de mi imaginario se reserva para esa masa uniforme de sirenas de sal, inmortales como el barro o el océano, que descansaban unas sobre otras, acostadas en el suelo, descalzas, rodeando a la viuda y acompañando su llanto con una canción; vestidas de todos los colores del mundo, con la piel brillante de joyas y teñida de henna. Cantando y llorando decían adiós al alma y al cuerpo: «hasta pronto», «ojalá que nos volvamos a encontrar en nuestra próxima vida». Llorando y cantando daban la bienvenida al fuego, como hermosas brujas en un aquelarre redentor.  

Contemplarlas me produjo una parálisis y una sensación de irrealidad, quería descalzarme y unirme a ellas, enredarme entre sus brazos y sus piernas, ser una con el todo y aprender la melodía de la despedida.

Pero me sacaron rápido de mi ensimismamiento pues había que continuar, este era tan solo uno de los regalos que me daba la India. 

 

Así que nos dispusimos a atravesar de nuevo el muro de piedra, pero en otra dirección; y una vez pasado el umbral, con el pecho henchido de vida, misticismo, confusión y, como no, respeto, pude observar justo en frente de mí cómo una vaca jorobada, con sus cuernos torcidos, conseguía abrir con la boca la puerta de la nevera de un puesto en plena calle y robar una Coca-Cola.

 

Olga Jiménez Álvarez

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Arranca el programa E~P Colab entre España y Portugal http://www.cext.es/posts/cultura/arranca-el-programa-ep-colab-entre-espana-y-portugal/ http://www.cext.es/posts/cultura/arranca-el-programa-ep-colab-entre-espana-y-portugal/#respond Mon, 26 Oct 2020 10:54:19 +0000 https://www.cext.es/posts//arranca-el-programa-ep-colab-entre-espana-y-portugal/ En los tiempos de incertidumbre que vivimos, dos países hermanos como España y Portugal no hacen más que estrechar vínculos. Hace poco más de diez días se celebraba la 31ª Cumbre Ibérica en Guarda con el fin de buscar un plan de cooperación transfronteriza y para descartar otro posible futuro cierre de las fronteras. Acaba…

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En los tiempos de incertidumbre que vivimos, dos países hermanos como España y Portugal no hacen más que estrechar vínculos. Hace poco más de diez días se celebraba la 31ª Cumbre Ibérica en Guarda con el fin de buscar un plan de cooperación transfronteriza y para descartar otro posible futuro cierre de las fronteras.

Acaba de presentarse otro programa que atestigua la buena relación de los países ibéricos. Para el desarrollo de ambos países, supone una pieza indispensable la cultura, y desde que la pandemia detuvo el mundo se han sucedido iniciativas digitales para que los lazos culturales ibéricos sigan firmes, como fue entre junio y principios de octubre De mãos dadas, proyecto que ponía en relieve los puntos de unión históricos, artísticos, geográficos, o personales entre España y Portugal.

Por eso ahora nace E~P Colab 2020, un laboratorio de ideas englobado dentro del Programa VENTANA, uma janela para a cultura espanhola, de mano de la AECID (Agencia Española para la Cooperación y el Desarrollo Internacional), la Embajada Española en Portugal y Asociación Cultural Gerador. E^P Colab 2020 tiene como objetivo ser un laboratorio “fructífero” de ideas, aprovechando el enorme potencial de las plataformas digitales para multiplicar y enriquecer el trabajo en las redes, la coproducción y colaboración entre creadores, agentes culturales e instituciones en España, Portugal y, eventualmente, el resto del mundo.

La presentación oficial del programa tuvo lugar el pasado 15 de noviembre con una mesa redonda con Marta Betanzos, embajadora de España en Portugal, y Guzmán Ignacio Palacios Fernández, Director de Relaciones Culturales y Científicas de la AECID. Asimismo, la presentación contó con la presencia de los chefs Hugo Brito, del prestigioso restaurante Boi-Cavalo en Lisboa, y Camila Ferraro, del restaurante sevillano Sobretablas, la primera mujer vencedora del Premio Cocinero Revelación de Madrid Fúsion. La mesa redonda versó sobre las relaciones culturales hispano-portuguesas, y fue el pistoletazo de salida del programa.

Ambos cocineros, por su parte, son los protagonistas de la primera actividad de E~P Colab 2020: una batalla gastronómica donde él interpreta un plato tradicional español, y ella un plato tradicional portugués. Puedes consultar el resto de la programación aquí.

Una muestra más de la estupenda relación entre la Península Ibérica y una forma de conocer talentos del otro lado de la frontera sin salir de casa.

Un artículo de Jose Alberto Arias para CEXT

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Lisboa abre sus galerías a los artistas visuales de España http://www.cext.es/posts/cultura/lisboa-abre-sus-galerias-a-los-artistas-visuales-de-espana/ http://www.cext.es/posts/cultura/lisboa-abre-sus-galerias-a-los-artistas-visuales-de-espana/#respond Fri, 16 Oct 2020 13:03:16 +0000 https://www.cext.es/posts//lisboa-abre-sus-galerias-a-los-artistas-visuales-de-espana/ El otoño ha llegado a Lisboa dispuesto a sacudirse la melancolía estival, y lo hace con varias propuestas de distintas disciplinas con algo en común: una apuesta sin medias tintas por el talento español.   Drawing Room Lisboa (14-18 de octubre) Tras dos exitosas ediciones, la Drawing Room Lisboa se adapta este año a una…

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El otoño ha llegado a Lisboa dispuesto a sacudirse la melancolía estival, y lo hace con varias propuestas de distintas disciplinas con algo en común: una apuesta sin medias tintas por el talento español.

 

Drawing Room Lisboa (14-18 de octubre)

Tras dos exitosas ediciones, la Drawing Room Lisboa se adapta este año a una versión de feria presencial en la Sociedade Nacional de Belas Artes donde se presentarán y comercializarán obras de galerías y artistas nacionales, y una versión online con las galerías internacionales, con el fin de reactivar el mercado del arte contemporáneo del dibujo y fomentar los negocios.

No obstante, junto a las galerías nacionales tendrán presencia física algunas galerías españolas por la presencia de la feria hermana Drawing Room Madrid. Del mismo modo, existirá un espacio para dar cabida a artistas sin galería con curadoría del español Natxo Checa.

Las galerías españolas con presencia esta edición son:

 

David Bestué en Esculturas Infinitas (hasta el 25 de enero)

La exposición Esculturas Infinitas aúna la esculturas de 18 artistas contemporáneos con la colección de yesos de la Facultad de Bellas Artes de Lisboa, para poner en relieve la técnica de la moldura no sólo en la escultura, sino en distintos aspectos de lo cotidiano.

Entre los artistas seleccionados para mostrar su creación junto a los yesos históricos resuena un nombre español: David Bestué (Barcelona, 1980), que en los últimos años ha desarrollado proyectos escultóricos centrados en la revisión crítica de acontecimientos históricos y desarrollos estético-formales que caracterizaron la vanguardia del siglo pasado en el arte, la arquitectura y la literatura.

Antes de viajar a Lisboa, la exposición se presentó en las Beaux-Arts de Paris, y en la capital lusa desembarca en un espacio cultural insuperable: la Fundação Calouste Gulbenkian.

 

Y una anotación para quienes se aventuren a una escapada a Braga, donde la fotógrafa madrileña Rosa Rodríguez participa con su exposición “The White Line” en los Encontros da Imagem, un festival internacional de fotografía creado en 1987. 

 

Un artículo de Jose Alberto Arias para CEXT

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«Pandemia. Miradas de una tragedia», un proyecto de colaboración http://www.cext.es/posts/cultura/pandemia-miradas-de-una-tragedia-un-proyecto-de-colaboracion/ http://www.cext.es/posts/cultura/pandemia-miradas-de-una-tragedia-un-proyecto-de-colaboracion/#respond Fri, 16 Oct 2020 01:34:18 +0000 https://www.cext.es/posts//pandemia-miradas-de-una-tragedia-un-proyecto-de-colaboracion/ Durante los largos meses de este año, en muchas ciudades hemos visto todo tipo de iniciativas para intentar paliar el duro golpe que la pandemia ha significado para un enorme porcentaje de la población. Una de estas iniciativas es este testimonio visual de 26 fotógrafas y fotógrafos latinoamericanos y españoles que se presenta en el…

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Durante los largos meses de este año, en muchas ciudades hemos visto todo tipo de iniciativas para intentar paliar el duro golpe que la pandemia ha significado para un enorme porcentaje de la población.

Una de estas iniciativas es este testimonio visual de 26 fotógrafas y fotógrafos latinoamericanos y españoles que se presenta en el Centro Cultural España y que lleva por nombre “Pandemia. Miradas de una tragedia”, una memoria documental y visual de la crisis sanitaria en todo el mundo y que es reflejo de tantas miradas a la mayor catástrofe de salud en 100 años.

La idea es poder crear un libro que condense el trabajo fotográfico que estos creadores han realizado durante los meses más álgidos de la pandemia, coordinados y curados por Miguel Rio Branco, director de cine, pintor y creador de instalaciones multimedia de Rio de Janeiro y Enric Marti, editor de fotografía de AssociatedPress.

Para cooperar con la inciativa, existe una página de fondeo con el sistema de recompensas a recibir dependiendo de la aportación, dinero que se destinará íntegramente a ayudar a las familias de fotógrafas y fotógrafos que han fallecido mientras cubrían los detalles de la pandemia en diversos países del mundo y que se hallan en riesgo de exclusión social. El fondeo está abierto hasta diciembre de este año

El libro se editará y estará listo a finales de 2020, mientras tanto, una muestra en video puede verse aquí.

Estos son los fotógrafos participantes:

  • Rodrigo Abd (Ar)
  • Guillermo Arias (Mx)
  • Óscar B. Castillo (Ve)
  • Sandra Balsells (Es)
  • Felipe Dana (Br)
  • Fabiola Ferrero (Ve)
  • Cristina García Rodero (Es)
  • Ricardo García Vilanova (Es)
  • Diego Ibarra Sánchez (Es)
  • Andoni Lubaki (Es)
  • Darcy Padilla (US)
  • Juan Manuel Castro Prieto (Es)
  • Anita Pouchard Serra (Ar)
  • Moisés Saman (Pe)
  • Gervasio Sánchez (Es)
  • Sylvia Izquierdo (Pe)
  • Laura León Gómez (Es)
  • Nuria López Torres (Es)
  • JackyMuniello (Mx)
  • Santi Palacios (Es)
  • Victo Peña (Sv)
  • Lorena Velasco (Co)
  • Susana Vera (Es)

Un artículo de Gabriela Mosqueda para CEXT

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